Así
de tajante soy y poco me importa ir en contra de las contantes propagandas y
gritos que alientan, al público, a llenar los estadios. ¿Para qué? Siendo tan
aburrido y tedioso ver un partido en nuestro país, salvando de la sentencia a
quizás un par de equipos o unos cuantos enfrentamientos dignos de colirio para
los ojos, por el contrario de las constantes hemorragias oculares que producen
la mayoría de los cotejos.
En
un fútbol de cartón, con deudas y cheques que son más promesas que realidad, el
miedo a perder convence en la seriedad del proceso al D.t (olvidandose de la caracteristica de juego) que más allá de
jugarse su puesto de trabajo, pareciera jugarse hasta el salario, al igual que
sus jugadores.