Cuando
jugaba en la sub 17 del Atlético Venezuela, en su primer año bajo ese nombre
tras dejar de ser UNEFA, nos tocó un complicado grupo en la Liga de Asociación
(También en la Inter-regional, pero no viene al caso): en el último partido de
la fase de grupos tanto nosotros como nuestro rival necesitábamos sumar así
fuese un punto para asegurar nuestro pase a la siguiente ronda, de lo contrario
quedaríamos a merced de otros resultados.
Esa
era la cuestión, tanto nosotros, como ellos, necesitábamos un punto. El empate
nos clasificaba a ambos.