Hablemos de fútbol

Estamos matando al balón
Fulano terminó con su novia. A este se le vio el otro día cenando con aquella. ¿Sabían que el capitán de este equipo se compró un carro nuevo? ¿Notaron que antes del entreno este no se saludó con aquel? ¡Qué casa se acaba de comprar el nuevo fichaje de este equipo!...
         Estemos claros. Es verídico que ciertos aspectos personales de un atleta influyen directamente en su accionar dentro del campo. Bueno, en realidad todos los roles y aspectos de la vida de cada persona influyen uno con otro. Comprensible resulta, por ende, que en ocasiones sea necesario comentar una u otra cosa extra-deportiva o extra-cancha, resaltando además, la jocosidad y lo entretenido que pude llegar a ser comentar alguna anécdota de un deportista. Lo incomodo se genera, cuando se manifiesta la obsesión, en los aspectos privados de un personaje cuyo único rol público es el de futbolista profesional.
                El aficionado común, busca distraerse de su monotonía diaria escuchando los aconteceres en la vida de personajes que se encuentran en realidades disimiles a las suyas. La prensa, trata de obtener rating, vender, y darle pie a un vicio populista. En cierto sentido todo acaba siendo una sociedad parecida a la que se genera entre el narcotraficante y el adicto.
          Pero resulta que ahora, con todo esto de la mercadotecnia y la creciente fuerza de los medios de comunicación, existen personajes (Para nuestro interés, futboleros) que parecieran entender y dominar perfectamente este círculo vicioso, aprovechándose del mismo para aumentar su estatus profesional, amalgamando sus cualidad como futbolistas a su facilidad para dominar los medios de comunicación y a través de estos a la orbe viciada.
                Es así como se ha vuelto común previo a las disputas futbolísticas, que varios de sus protagonistas “calienten el partido” antes del pitazo inicial.  Ironía y sarcasmo son los elementos más usados antes de caer en injurias y violencia.
                Después, como ya es habitual, seguramente hace acto de presencia algún error arbitral, piscinazo, agresión no vista por el árbitro, impasse dentro del terreno de juego, o equis situación, de la que se hablará posterior al partido, más aún, que del partido en sí.
                Y se da inicio a las novelas, porque no conforme con eso desde el seno organizativo de varios clubes, se contribuye a fomentar la manipulación de la hinchada a fin de ganar adeptos a su causa.
                Y se habla, y se habla y se habla. Y cada vez se habla menos de fútbol. En España (Permítanme traer a colación el ejemplo), la pasada temporada se jugaron cuatro “clásicos” históricos en menos de 20 días. Se desplego un altísimo nivel de juego, hubo cosas muy interesantes y dignas de estudio desde lo táctico. Se mostraron en su máximo esplendor dos filosofías quizás diferentes, pero que encuentran similitudes en el correcto trabajar de sus entrenadores. Se dieron cita varios de los mejores jugadores del planeta. ¡Qué delicia! ¡Qué oportunidad de aprender de los mejores!... Bah. Pero en vez de hablar de eso se dijo, por más de un mes, que si Alves se lanzó, que si Pepe agredió, que Mou dice esto, que Cristiano piensa aquello, Pep ahora contesta, aquellos son unos tramposos, estos son unos sucios… y un culebrón sin conclusión.
                Es que vivimos en una sociedad inevitablemente exitista, donde ciertos personajes han aprendido a sobresalir y dominar al pueblo desde lo extracancha. Y si además sumamos el estímulo de la prensa, cada vez más viciosa, demagógica, amarillista y poco futbolera, tenemos como resultado un caos evidente, donde lo que se hace y dice fuera del campo es más importante que lo que se hace y dice dentro del mismo.
                Y es en este punto en el que me pregunto ¿Dónde está la verdadera fuerza de esas ligas aparentemente superdotadas? ¿Por qué tienen que hablar tanto de tonterías? Es que en mi país, sucede lo contrario, a veces queremos hablar de fútbol, pero se torna complicado mientras el Esppor amenazó con desaparecer, los mediocres dirigentes del A.Venezuela y Caroní hacen pasar pena a todo un país, se deben sueldos, y se vende una idea abstracta de “crecimiento” con evidencias concretas que demuestran que los crecen son grupos aislados y no el colectivo.
                Tenemos la oportunidad de disfrutar a uno que pudiera convertirse en el mejor jugador de todos los tiempos, Lionel Messi, pero en Argentina prefieren hacer énfasis sobre porque no canta el himno (?). Mientras en nuestro país crucificaban a Arango por ser un “agrandado” al estar jugando en Europa (?). O llegaron a hablar de que Richard Páez “no era un buen técnico”, que tenía una “mafia”, y que “Ricardo David jugaba por ser su hijo” (?).
                Pareciera, igualmente, que la gran mayoría de la prensa pierde distinciones para hablar y desglosar los partidos. Se hacen comunes términos como “equipo, jugador, o técnico, ganador” como si alguien saliera al campo con la predisposición de perder. Al que no insulta todos los fines de semana, ni sale a besar el escudo de su  decimotercera camiseta afirmando “que ha hecho realidad el sueño de su vida”, o se niega a irse a los golpes cuando juega con la selección, se le denomina de sangre fría, misma expresión usada para alagar a aquel que tiene temple ante la adversidad y la presión (?).
                ¿El resultado? Los chicos se fijan más en los tacos (zapatos) que en la jugada, los medios le dedican 3horas y 12 paginas a la previa y al post-partido (Post-conferencia de prensa, quise decir), solo una crónica, un resumen y una ficha, a lo sucedido en el encuentro… Mientras aquel dice ser el mejor del mundo por salir en más revistas, y este el mejor medio de comunicación porque siempre defiende a los propios y ultraja a los rivales.
                ¡Ya basta! Vivimos en una época del fútbol muy linda como para desperdiciarla hablando estupideces. Leamos a grandes escritores, escuchemos a grandes conocedores, ahondemos en verdaderos conceptos futbolísticos y no en banalidades resultadistas, o en términos abstractos. Disfrutemos del fútbol, del verdadero fútbol. Basta de tanto exitismo, ya es hora de que ese opio extra-cancha deje de consumirse en la sociedad. Es momento de que los traficantes de abstracciones, amarillismo y sensacionalismo se queden sin trabajo, y que los técnicos, jugadores y dirigentes destaquen, por su labor deportiva o por su positivo accionar.
                Pero estemos claros, mientras exista demanda, habrá oferta. Entonces es momento de educarnos, para poder entender y comprender a fondo. Para lo cual les pido, desde el fondo de mi alma, por favor… ¡Hablemos de fútbol!
Lisbm. Lizandro Samuel.


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