El color de la
franela que más te gusta, quizás, con el bordado de color clásico, de ese
jugador que más te exalta. Tu piel es la playera, entonces son hermanos de
raza, todos los que una similar lleven puesta. El teatro, verdoso, astas
blancas en los extremos, y un balón de tono variante según el sponsor o el
periodo del año. Se cuelan en tus ojos rostros conocidos, algunos solo de
vista, otros nunca antes observados y ves como sube y baja una marea de ese
color que tanto te identifica… Mientras, ese sonido, ese canto, ese himno de
guerra, entra por el orificio de tus oídos, escala por tu cuello, se instala en
tu cabeza y baja, por toda la humedad de tu cuerpo… en forma de impulsos de motivacionales…
Estas en un estadio de fútbol.
Y el alcanzar el
orgasmo mediante un grito de “gooool” hará que te hagas llamar hincha. Pero…
¿De quién?
Tú saliva en
un escudo, los insultos que salen de tu boca, la negación a sentarse al lado de
un color rival en un autobús, tus ilusiones manando por tu vista mientras gotea
tu nariz y esa sonrisa durable tras el éxito ajeno… Pero… ¿De quién eres
hincha?
Me cuentas que
tu abuelo, se lo pasó a tu papá, y de chamito te cedieron esa gorra. Alguna voz,
dice, que simplemente se enganchó en una racha positiva, otro, aún tiene las
marcas en su brazo de aquella persona que lo arrastró, o descansa en su memoria
ese partido, ¿quién sabe?, tal vez ese jugador… que lo enamoró.
Presidentes
van y vienen, dirigentes como arroz, jugador alguno deja su tatuaje en tu
retina, otros se convierten en la ceniza de la frustración que causará esa
incurable tos en tu garganta, solo salvable con el jarabe de un nuevo triunfo.
Una violación al código emocional del hincha cometió este jugador, aquel
técnico, o ese afanado dirigente. Todos se van y vienen, pero ahí estas tu, con
tu franela, con tu manojo de ilusiones y tu feroz deseo de ser parte de algo.
Das la vida por un equipo cuando valoras más el partido que esa cosa que sabes
debes hacer… y eso que no te pagan, al contrario, tú les pagas por dejar de
vivir.
Los jugadores,
se adaptan a sus necesidades, los técnicos dejan la maleta siempre armada, el
dirigente con ese ring del teléfono que nunca dejará de sonar y unas vitrinas
que a veces, en algunos clubes, se llegan a llenar. Una entidad que pocas veces
cae en manos de los mismos… Entonces ¿De quién eres hincha?... Si todos se van
y tú te quedas ¿De quién eres hincha?... Si no estás adentro del medio y no
vives de eso… ¿De quién eres hincha?.... Criticas, exiges, pides, alientas,
gritas, traspiras, ves, actúas, ¿para quién?... ¿Qué es ese club, si hoy es
todo disímil a hace 50años?... ¿Por qué sigues ahí, por qué con ese equipo?
¿Por qué?...
¿Si todos van
y solo ustedes se quedan, será entonces… tal vez… quizás… que son hinchas de su
propio ego? ¿O esclavos de sus propios deseos? Será, tal vez, que llegan a
vivir una vida ajena, o a encerrar los problemas en la caja fuerte surreal del
fútbol… Pueden sentirse tranquilos, cero juicios de mi parte, solo ayúdenme a
entender y contéstenme esta vez, realmente, sinceramente y sin temor a la
verdad… ¿De quién son hinchas?
Lisbm.
Lizandro Samuel.
...de Lanús.
ResponderEliminar"dejar de vivir"... ¿No será mucho?
El fútbol es el deporte más espectacular que se haya inventado. Y flaco, no te das una idea de cómo mejora ese espectáculo cuando realmente deseás que gane uno de los dos equipos. Es más simple de lo que pensás.
Seguro. Entiendo y comparto tu punto. El fútbol es una de mis pasiones más grandes. Esa frase hace alusión exclusiva al "fanatismo extremo"...
ResponderEliminarGracias por dejar tu opinión.