Me
niego a seguir nadando en las aguas turbias alusivas al origen del término,
pues entre tantos relatos, varios de personas muy letradas, y varios,
igualmente, muy disimiles, llego a la conclusión de que el nombre es lo menos valioso
del asunto…
Recién
cerró sus puertas la Euro2012 y como es costumbre, en nuestro país, más allá de
alabar la poesía española se hicieron caravanas y desfiles mientras cohetes
golpeaban el cielo al son de cantos más propios de la tierra ibérica que de la
criolla.
Pisa
el balón Iniesta, Pirlo hace un gol y la Plaza Alfredo Sadel de las Mercedes se
llena de elogios; Özil jugó bien y su nombre se tatúa en la espalda de
venezolanos que hace unos meses portaban el nombre de “Arango” y entonces, como
por cosas de nuestra amplía ganas de joder, las bromas se tornan serias y lo
de: “Plaza Alfredo Pastel” deja de ser mofa para mutar en insulto… ¡Joder!
Dos
extremos: Por un lado la prensa sigue vendiendo proezas ajenas, siendo estas,
bien consumidas por el pueblo, o bien mantenidas desde una compra hecha hace
unos años cuando la Vinotinto era sólo un color más de las cajas de creyones.
Por
otro lado, la misma prensa, coloca el cartel de héroe o símbolo nacional a la
selección, la vende como el “resuelve problemas” de la vida diaria y la codea
con grandes nombres de los cuales aún está muy lejos (¿Qué tiene que ver Kaká
con la Vinotinto?).
Se
vende y se compra humo, a la vez, que en medio de todo ese circo, crece una
rencilla cada día más odiosa, pues a las mujeres nunca se les conquista
devaluando al rival, se les conquista enamorándola desde tus virtudes.
El
fútbol nacional tiene que empezar a mejorar para atraer (odiosa ecuación), pues
recordando que dicho mote (FutVe) es una simple marca, que personas llamadas “hinchas”
tienen que consumir al igual que a la selección.
Entonces,
la soledad de gritos en honor a los dirigidos por Del Bosque, llenan de orgullo
a millones de españoles que con el rabillo de su ojo ven las ruinas de
inconformidad para con su país, y es que mientras Iniesta, Casillas y compañía son
ricos en Copas y fútbol, el país al que ¿representan? Se cae en la ruina de sus
problemas. Por
ende, dudo que se sea más o menos venezolano, alentando a uno u otro equipo (Y
que quede claro que me incomodan hasta las cantos copiados a barras
extranjeras), creo que se es más venezolano (Dejando de lado la idiotez que para
mí, representa el nacionalismo), cumpliendo normas, votando, pagando impuestos,
etc.
“A
mí, a estas alturas, me interesa el fútbol como medio de expresión”, dice el
gran Cristóbal Guerra, comparto, pues el producto (Eso es el fútbol) acostumbra
ser reflejo de la sociedad y en él pueden nacer armas para asesinar varias
lacras sociales, entre ellas, una con etiqueta y mote propio en nuestro país:
La intolerancia.
Para leer: Golpear y vivir
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