Manuel
Llorens, psicólogo de la selección nacional, explica en su maravilloso libro Terapia para el emperador como al
venezolano le cuesta comprometerse con causas a largo plazo, la mayoría busca
el éxito o placer inmediato rehuyendo el esfuerzo a por gratificaciones
duraderas; igualmente, esta es la tierra de los tips o de las formulas
mágicas: todos quieren breves consejos los cuales los ayuden a concertar un
meta; o bien, recetas de cuentos de hadas que sirvan para obtener los preciados
objetivos.
En
el fútbol la tónica se mantiene. Dirigentes despilfarrando dinero a fin de
contratar a las figuras más cotizadas y al entrenador de moda, todo con un
único fin: salir campeón. Esquivando esas leyes tan primitivas del inmediatismo
surge la figura del éxito dibujada en el contorno de Noel Chita San Vicente, el
técnico, según los números, más exitoso del balompié nacional.
Cuenta
la leyenda que mientras Manuel Plasencia, siendo director técnico del Caracas
F.c, dirigía un entrenamiento en la cancha de la Universidad Católica Andrés
Bello, el presidente del club, Guillermo Valentiner, se le acercó y lo
felicitó, pues, a su entender, ya eran un “equipo grande”. El profesor
Plasencia, con su pedagogía habitual, le respondió: “Cuando tengamos un cancha
de entrenamiento propia seremos un equipo grande”.
Plasencia
es una de los entrenadores que más ha influido en la carrera del Chita quien a
estas alturas se muestra mucho más riguroso que su mentor, negándose a dirigir
cualquier club sin la promesa previa y por escrito de un proyecto a largo plazo.
Pero,
¿qué es un proyecto? Si bien la
palabra está muy manoseada, para el Chita es simple: invertir en las bases,
construir la casa desde el piso y sin gastar más de lo ingresado; solidificar
las categorías menores; y muy importante, tener infraestructura propia. Todo
eso se lo prometieron en el Esppor, se lo cumplieron a medias; en el Zamora
espera las cosas sean diferentes.
El
Chita es un paradigma extraño en nuestro fútbol, consciente de como los proyectos a largo plazo dan frutos
(Barcelona, Borussia Dormound, Bayern Munich, el fútbol alemán y español en
general lo respaldan) y amparándose en la perseverancia para construir los
mismos, se ha hecho acreedor de seis títulos absolutos de liga. Seis estrellas.
Pero lo más importante: dejó muchos frutos en el Caracas, muchas semillas en el
Esppor, para labrar ahora un terreno muy fértil en el cual seguir trabajando con
el Zamora.
Alto,
moreno, de seño fruncido y una voz cavernosa la cual parece estar siempre
regañando, sus gritos desembocan en sismos al terreno de juego. Un líder. Una
figura cuyo renombre individual se ha forjado gracias a su saber trabajar en
equipo, buscando siempre el bienestar colectivo, de su club de turno y del
fútbol venezolano en general. Nuestro fútbol le estará siempre agradecido, al
tiempo que seguirá siendo el ecosistema perfecto para su leyenda.
Para leer: Su otra yo
Definitivamente en la vida es necesario tener fe en lo que se hace y estar claros en los objetivos y los métodos para llegar al mismo, no es sencillo pensar a largo plazo y tener la paciencia y la eficiencia sistemática que nos lleve al éxito. las profecias bíblicas, por ejemplo, se anunciaron con muchos años de antelación pero los fieles siervos de Dios las esperaron con la certeza de que se cumpirían, muchos muerieron sin ver concretadas las promesas esperadas pero fueron fieles a sus convicciones y se distinguieron del resto. eso ha hecho Sanvicente, ser distinto, pensar distinto y actuar distinto. Por lo tanto, ha obtenido logros especiales y diferentes, un legado a seguir.
ResponderEliminarGrandes palabras, Sergio. Saludos y mil gracia por leer.
Eliminar