Sí, sí… voces
mundiales altas en pro y en contra tras un debate añejo que deja estelas con olores a creencias o experiencias personales; y puede nacer un feto,
promete ser un humano si la idiosincrasia materna lo permite, pero el padre, la
historia, la familia de ambos… oh, que desdicha, parece ser un bebé indeseado, ¿Por
qué abortarlo?, pobre, él solo quiere jugar al fútbol.
Y a veces lo
dejan, pero látigo con sal sobre la herida abierta para con la negación de sus
aptitudes. Creencias rancias ahogan las fronteras de la madre patria de
Venezuela y hasta en compotas, nos arreglan boda con el 4-2-2-2.
Y si aquellos grandes
lo han afirmado, algo de verdad habrá en el asunto, cuando Bielsa, Pep o Juanma
Lillo, expresan que el fútbol es de triángulos y sin formar los mismos resulta
complejo mantener la posesión del balón.
De ahí que se
pusiera de moda el 4-2-3-1, variación previa para ocultar el deseo de un futuro
4-3-3, parecidos mas muy diferentes. De ahí que Farías, en el Sudamericano
sub20 que nos desvirgo de la ausencia en mundiales, exigiera a Peña tomar
posiciones centrales, para que Carlitos Fernández quedase de extremo y Salo,
Kanu o Jhonatan, cayesen por la otra banda. De ahí que Arango este en periodo
de metamorfosis total al enganche inexistente en Venezuela.
Todo es un
tema de cultura, por negación a cambiar el esquema en el 90% de los equipos o escuelas
nacionales, durante la “formación” del jugador, obligan al enganche a jugar
como mediocentro o dependiendo de su explosividad, como extremo o incluso
delantero. Al “11” que le cuesten los goles lo reculan a volante y el volante
goleador lo adelantan a punta. Al “5” puro le piden ser central y al lateral
con “calidad” lo convierten en “5”, y en todo este laboratorio olvidan formar
enganches o volantes creativos (Alejando el concepto de creación al de
desequilibrio), “9” puros o centrales con salida.
Lo dijo Saragó
(Entrevista en “Fútbol al día” hace un par de años), en Venezuela se evita
jugar con línea de tres porque no existe la formación de la misma en las bases,
porque para tener la pelota hay que formar arqueros que jueguen con los pies,
centrales con salida e inhibir el despeje como aptitud base.
Esta claro que
el fútbol tiene muchas formas de jugarse, miles de estilos y sinfín de maneras.
Se puede jugar con o sin la pelota, con el complejo juego de posición o el arte
del contragolpe, con la belleza de la defensa en zona y sin presión o con la
defensa con pelota; y para ejecutar todas a modo prolijo, debe existir un mínimode cuidado o sentido para con el balón, porque cada acción genera una
consecuencia y actuar sin saber que se quiere generar es como tirar cotufas los
aviones esperando romperle un ala de dinero.
Las creenciasson como la ropa, nos dejan de servir con el tiempo, por ende el gong esta vez
va para los formadores, que tratando de priorizar la victoria erguida como el
mejor entre los mediocres, olvidan formar jugadores aptos para el fútbol elite,
escondiéndose en lugares comunes ya obsoletos (A día de hoy en ciertas escuelas
se sigue hablando de “carrileros”, stopers o líberos, ironía aparte con conceptos
que carecen de cabida en la casa de nuestra esposa el 4-2-2-2).
Esta semana
Venezuela cayó 0-5 frente a España, la cual con el esmoquin de Piqué, Ramos,
Sergio, Iniesta, Fabregas, Xavi, Alonso, Silva, Cazorla, etc., etc., cachetean
temas de “equilibrio” mediante la novedad de futbolistas en exceso diferentes,
con problemas y soluciones distantes y funciones incomparables, pero todos
cortados bajo una misma tijera.
Y mientras
siguen matando futuros cracks en la ignorancia de lo que hacen llamar “formar”,
el feto del enganche crece en la sangre de lo que nunca será y me pongo a jugar
a lo que tanto detesto, es que quizás, pudiese ser que Piqué de haberse formado
en Venezuela fuese centro delantero, Iniesta jugara de “11”, Busquets de
central, Dani Alves fuese “exterior” o mediocentro, Xavi, medio defensivo,
Silva jugara como punta y Cesc pegado a una banda, mientras Abidal acabara de
contención y peor aún, puede que a Puyol nunca le hubiesen obligado a aumentar
su técnica y pasara más tiempo reventando balones que guiando a los suyos al
triunfo; entonces dudo de que estas “estrellas” tuviesen el nombre propio que
hoy tienen; a la vez que sigo preguntándome en nuestro fútbol, sobre: ¿Cuántos cracks
dejan escapar? ¿Cuántos artistas abortan? ¿Cuan corta es la paciencia para con
los que más les cuesta? Y ¿Cuánto, pero cuanto, será el talento, inteligencia,
ritmo y dinámica, que más que sumarle, se le resta a un jugador venezolano al
ir creciendo? El feto abortado va más allá del pobre enganche, el feto abortado
es por todos los jugadores (Profesionales o no) que mueren en el olvido de las
deficiencias del fútbol venezolano.
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