viernes, 22 de abril de 2011

Tragedia Venezolana

-          Dos veces dicen que uno muere,
-          cuando se es futbolista profesional
-          yo a día de hoy he podido comprobarlo
-          en la más cruda de la realidad.
-          Y es que no fue una, ni siquiera dos, ni tres.
-          Fueron ya ha día de hoy muchas,
-          las veces que me mate.

I
-          Nací en San Cristóbal,
-          por cuestiones del destino
-          quizás la tierra más futbolera,
-          del país en el que vivo.
-          De chico por mi familia verán,
-          hincha del Táchira me supe formar.
-          Ya un poco más grandecito,
-          a ningún juego podía faltar,
-          fue así entonces,
-          como a la Avalancha Sur pase a formar.
-          Paradójicamente también
-          mucho fútbol jugué
-          y entre sueño de futbolista y de hincha
-          mi adolescencia pase

II
-          El destino quiso
-          que yo fuese bueno para ambas,
-          jugaba con la pelota,
-          y desde la grada cantaba.
-          Por no dejar,
-          cuando tuve la edad
-          a la sub17 del Táchira fui a probar.
-          ¡Maldita sea el destino!
-          Hoy sé recordar,
-          que fueron muchas veces,
-          las que me supieron rechazar.

III
-          El fútbol es así,
-          y por no formar parte del vecino de enfrente,
-          en el equipo de mi barrio
-          preferí seguir.
-          Un día, luego de un juego de Libertadores,
-          me viene a la Capital,
-          encaminado por un club
-          que me quería probar.
-          ¡Maldita sea el destino!
-          Otra vez me hizo mal,
-          Esteba la encrucijada,
-          ser futbolista profesional,
-          y desde la grada
-          no cantar más.
-          Te digo, mi familia,
-          a mí me convenció,
-          por cuestiones de dinero,
-          a mis amores abolir,
-          fue así entonces,
-          como de Rojo me pude vestir.
IV
-          No paso mucho tiempo,
-          antes de mi debut,
-          en primera división
-          y titular ¡Gracias a Dios!
-          Vi el Calendario
-          y sentí que estremecía,
-          cada vez más cerca
-          el clásico nacional
-          y en plena Libertadores
-          el Táchira jugaba los 8tavos de final.
V
-          A ellos les faltaba un punto,
-          para poderse coronar,
-          nosotros necesitábamos ganar
-          para poder aspirar
-          a la consagración nacional.
-          Yo consolidado,
-          era un referente,
-          ya Caracas y mi nombre
-          eran inherentes.
-          Llegó entonces
-          el momento de jugar,
-          estábamos en el Olímpico,
-          y Táchira quería celebrar,
-          el minuto 90
-          0-0 en la pantalla,
-          El árbitro pita un penal,
-          para nosotros los de casa,
-          ¡Maldita sea el destino!
-          Otra vez me jugo mal,
-          el profe voltio a verme,
-          ¡Yo lo iba a ejecutar!
VI
-          Juro por los Dioses
-          que ese día yo morí,
-          por tercera vez en mi vida,
-          me atrevo a decir.
-          No sé qué carajo pasó por mi mente.
-          Me maldigo a mí mismo por ser tan insolente.
-          Frente a frente,
-          yo con el golero,
-          doce pasos de nuestro encuentro,
-          ¡Pude fallarlo a propósito!
-          ¡Pude lanzarlo a lo Panenka!
-          ¡Hasta pude estrellarlo en el larguero con intensión!
-          ¡Oh Dios mío! Porque no lo bote
-          para luego pedir perdón.
-          En vez de eso,
-          quise ser gallardo,
-          y desafiando al mismo Diablo,
-          un golpe potente
-          a la redonda propine,
-          pero  sin dirección alguna,
-          para dejar claro así,
-          que el Táchira era mi equipo,
-          no los Rojos del Avila
-          como pretendían hacerme sentir.
-          ¡Jamás en el fútbol se vio algo así!
-          Es que la pelota por el lateral de la cancha…
-          …Fue a salir.
VII
-          Evidentemente mis compañeros me quisieron matar.
-          En la Capital fui odiado
-          y de homicidio me quisieron amenazar.
-          Fui entonces a mi pueblo,
-          con la triste esperanza
-          de empezar de nuevo.
-          Cuando el presidente del Táchira,
-          me vio venir,
-          una palmadita en mi espalda supo infundir,
-          me dijo entonces:
-          “Gracias amigo”
-          “Por ti fuimos campeones en el Olímpico”
-          “Pero te debo decir”
-          “No pienses ni siquiera jugar aquí”
-          “Tú no eres profesional”
-          “Y eso nos va a perjudicar”
-          “Ve a ver entonces muchacho que equipo te va a querer agarrar”
-          Maldita sea el destino,
-          lo vuelvo a repetir,
-          yo al Táchira di la Copa
-          y hoy no me quieren recibir,
-          ¡Maldita sea el destino!
-          Lo volveré a decir,
-          puse mi pasión por delante,
-          y solo me quedare aquí.
-          ¡Y es que de paso!
-          Ya retirado del fútbol,
-          a la Avalancha Sur quise regresar,
-          ¿cuál fue mi sorpresa cuando me vieron llegar?
-          “Tú en el Caracas jugaste”
-          “Aquí nada vengas a buscar”
-          “Te agradecemos por la Copa”
-          “Pero aquí no te queremos ver cantar”
Conclusión
-          Maldita sea el destino,
-          yo ya cinco veces he muerto
-          sin pasión ni profesión,
-          vaga mi alma y mi cuerpo.
-          ¡Maldita sea el destino!
-          Se los vuelvo yo a decir,
-          quizás muera otra vez,
-          ¿Quién me lo podrá decir?
-          El punto es claro esta vez,
-          y es que con mi rencilla,
-          no me queda más remedio
-          que otra causa defender,
-          es así entonces, como
-          a la Lotería del Táchira
-          ahora a muerte apoyaré

Lisbm. Lizandro Samuel 

No hay comentarios:

Publicar un comentario