- Dos veces dicen que uno muere,
- cuando se es futbolista profesional
- yo a día de hoy he podido comprobarlo
- en la más cruda de la realidad.
- Y es que no fue una, ni siquiera dos, ni tres.
- Fueron ya ha día de hoy muchas,
- las veces que me mate.
I
- Nací en San Cristóbal,
- por cuestiones del destino
- quizás la tierra más futbolera,
- del país en el que vivo.
- De chico por mi familia verán,
- hincha del Táchira me supe formar.
- Ya un poco más grandecito,
- a ningún juego podía faltar,
- fue así entonces,
- como a la Avalancha Sur pase a formar.
- Paradójicamente también
- mucho fútbol jugué
- y entre sueño de futbolista y de hincha
- mi adolescencia pase
II
- El destino quiso
- que yo fuese bueno para ambas,
- jugaba con la pelota,
- y desde la grada cantaba.
- Por no dejar,
- cuando tuve la edad
- a la sub17 del Táchira fui a probar.
- ¡Maldita sea el destino!
- Hoy sé recordar,
- que fueron muchas veces,
- las que me supieron rechazar.
III
- El fútbol es así,
- y por no formar parte del vecino de enfrente,
- en el equipo de mi barrio
- preferí seguir.
- Un día, luego de un juego de Libertadores,
- me viene a la Capital,
- encaminado por un club
- que me quería probar.
- ¡Maldita sea el destino!
- Otra vez me hizo mal,
- Esteba la encrucijada,
- ser futbolista profesional,
- y desde la grada
- no cantar más.
- Te digo, mi familia,
- a mí me convenció,
- por cuestiones de dinero,
- a mis amores abolir,
- fue así entonces,
- como de Rojo me pude vestir.
IV
- No paso mucho tiempo,
- antes de mi debut,
- en primera división
- y titular ¡Gracias a Dios!
- Vi el Calendario
- y sentí que estremecía,
- cada vez más cerca
- el clásico nacional
- y en plena Libertadores
- el Táchira jugaba los 8tavos de final.
V
- A ellos les faltaba un punto,
- para poderse coronar,
- nosotros necesitábamos ganar
- para poder aspirar
- a la consagración nacional.
- Yo consolidado,
- era un referente,
- ya Caracas y mi nombre
- eran inherentes.
- Llegó entonces
- el momento de jugar,
- estábamos en el Olímpico,
- y Táchira quería celebrar,
- el minuto 90
- 0-0 en la pantalla,
- El árbitro pita un penal,
- para nosotros los de casa,
- ¡Maldita sea el destino!
- Otra vez me jugo mal,
- el profe voltio a verme,
- ¡Yo lo iba a ejecutar!
VI
- Juro por los Dioses
- que ese día yo morí,
- por tercera vez en mi vida,
- me atrevo a decir.
- No sé qué carajo pasó por mi mente.
- Me maldigo a mí mismo por ser tan insolente.
- Frente a frente,
- yo con el golero,
- doce pasos de nuestro encuentro,
- ¡Pude fallarlo a propósito!
- ¡Pude lanzarlo a lo Panenka!
- ¡Hasta pude estrellarlo en el larguero con intensión!
- ¡Oh Dios mío! Porque no lo bote
- para luego pedir perdón.
- En vez de eso,
- quise ser gallardo,
- y desafiando al mismo Diablo,
- un golpe potente
- a la redonda propine,
- pero sin dirección alguna,
- para dejar claro así,
- que el Táchira era mi equipo,
- no los Rojos del Avila
- como pretendían hacerme sentir.
- ¡Jamás en el fútbol se vio algo así!
- Es que la pelota por el lateral de la cancha…
- …Fue a salir.
VII
- Evidentemente mis compañeros me quisieron matar.
- En la Capital fui odiado
- y de homicidio me quisieron amenazar.
- Fui entonces a mi pueblo,
- con la triste esperanza
- de empezar de nuevo.
- Cuando el presidente del Táchira,
- me vio venir,
- una palmadita en mi espalda supo infundir,
- me dijo entonces:
- “Gracias amigo”
- “Por ti fuimos campeones en el Olímpico”
- “Pero te debo decir”
- “No pienses ni siquiera jugar aquí”
- “Tú no eres profesional”
- “Y eso nos va a perjudicar”
- “Ve a ver entonces muchacho que equipo te va a querer agarrar”
- Maldita sea el destino,
- lo vuelvo a repetir,
- yo al Táchira di la Copa
- y hoy no me quieren recibir,
- ¡Maldita sea el destino!
- Lo volveré a decir,
- puse mi pasión por delante,
- y solo me quedare aquí.
- ¡Y es que de paso!
- Ya retirado del fútbol,
- a la Avalancha Sur quise regresar,
- ¿cuál fue mi sorpresa cuando me vieron llegar?
- “Tú en el Caracas jugaste”
- “Aquí nada vengas a buscar”
- “Te agradecemos por la Copa”
- “Pero aquí no te queremos ver cantar”
Conclusión
- Maldita sea el destino,
- yo ya cinco veces he muerto
- sin pasión ni profesión,
- vaga mi alma y mi cuerpo.
- ¡Maldita sea el destino!
- Se los vuelvo yo a decir,
- quizás muera otra vez,
- ¿Quién me lo podrá decir?
- El punto es claro esta vez,
- y es que con mi rencilla,
- no me queda más remedio
- que otra causa defender,
- es así entonces, como
- a la Lotería del Táchira
- ahora a muerte apoyaré
Lisbm. Lizandro Samuel
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