martes, 16 de abril de 2013

Entrenadores de PlayStation


     Si ganas esa copa…
     …Si ganamos, yo y los jugadores, porque quienes juegan son ellos
     Digo si ganas, porque tú los diriges, ganan por tu buen trabajo
     Dependo de los jugadores

Esa conversación la mantuve, hace un par de meses, con un colega-amigo a quien mucho aprecio. Ambos somos entrenadores, y para sus ojos aún causa suspicacia mi planteamiento de que en el fútbol las responsabilidades son 50:50. Mitad entrenador, mitad jugadores.

Varias veces me han visto con ojos de extrañeza, dentro del gremio, por defender tales ideas. Recuerdo, por ejemplo, como hace poco más de una año, tras las felicitaciones del dueño de la escuela para la cual trabajaba, le pedí que extendiera las bonitas palabras a mis jugadores, después de todo, ellos eran quienes corrían. Nunca los felicitó.

Mi colega-amigo (A quien cito al inicio de este párrafo), no acaba de llevarse bien con Dante Panzeri, y la edición de Fútbol: dinámica de lo impensado, la cual le presté. Me la ha devuelto con algunas páginas arrugadas, esas que en su opinión: “desmeritan a los entrenadores”.

En cuanto a Dante, me declaro valedor de muchas de sus ideas, aunque hay otras en las cuales difiero, o al menos, me generan dudas; pues, por ejemplo, se me hace llamativo como tras defender las características cualitativas del fútbol, en contra de las cuantitativas (Según Juanma Lillo: “las estadísticas con como las tangas, muestran todo menos lo que realmente importa”), le otorga al entrenador un diez por ciento en la responsabilidades del equipo, partiendo de una división más o menos equitativa entre los once jugadores y la figura del director técnico.

El “yo sólo sé, que no sé nada”, de Sócrates, pasa por mi mente al tratar de dar medida porcentual a las responsabilidades colectivas, por ende, y asumiendo mi ignorancia, he optado por creer en el 50:50, del cual hablé más arriba.

Evidentemente, ninguna  escuadra se dirige sola, pues si a mí me hubiese tocado estar al frente del Barcelona de Pep, dudo mucho que hubiésemos levantado alguna copa; pero conviene recalcar la casi imposibilidad de habernos ido al descenso, pues con esos jugadores, creo, ningún técnico acaba último en Liga.

Hoy lo táctico cobra fuerza, y tras la revolución del juego ofrecida por el PepTeam, las páginas de los diarios se llenan de endiosamientos hacia entrenadores. Desde el Rey Midas, mutado en José Mourinho, hasta los eternos proyectos formadores-ganadores de Noel “Chita” Sanvicente.

Tanta tinta despilfarrada, a veces, plantea al entrenador como un manager de PlayStation, quien al margen de hacer su trabajo, coge un control y empieza a presionar botones durante el partido.

¿Alguien podría decirle a Rómulo Otero cómo conducir, pasar o cuando buscar el uno vs uno? Se le puede guiar durante su proceso formativo, pero al final, estas decisiones van supeditas a su creatividad y experiencia; de este modo vale aclarar las diferencias técnicas y cognitivas de cada futbolista.

“¿El jugador nace o se hace?” Es uno de los lugares comunes más pisados en los debates formativos. Alguna vez un entrenador me dijo: “lo entrenadores trabajamos en base al talento”, igual prefiero moverme a la acera de Oscar Cano: “el jugador se hace en base a las cualidades con las que nace”. Soy positivista y humanista, quiero creer que todo ser humano nace con alguna cualidad para jugar al fútbol, así sea, una capacidad cerebral la cual lo ayude a entender el juego de forma práctica.

Sobrevalorar al entrenador, es errado, y aún oigo con particular curiosidad, como aquel dueño quien mencioné al principio de la nota, alaba las victorias de sus diferentes categorías en función al buen rendimiento de sus entrenadores, pero castiga las derrotas en función a la “desobediencia” de los futbolistas.

Por otro lado, siempre se me ha hecho ruidoso u áspero, esa aseveración de “cuando se gana es por los jugadores, cuando se pierde es por el entrenador”; bien sea en su versión victimita, al ser usada por profesionales del puesto, o en su uso peyorativo, cuando lo dicen hinchas o periodistas.

El fútbol, en su carácter de inesperado, tiene muchos condicionantes cuando de hablar de un resultado se trata, inclusive (Aunque me niego a creerlo), el azar, pues ¿Qué determina que un shot pegue en el poste y entre o salga? Por ende, siento como necesario, empezar a entender la equitativa distribución de responsabilidades (Hasta el utilero pesa); después de todo, como entrenadores, siempre veremos con buenos ojos las felicitaciones tras una buen juego y resultado, pero entendamos, por favor, que ninguno de nosotros aprieta el botón de “circulo” para obligar al jugador a disparar al arco.

Para leer: Su otra yo


No hay comentarios:

Publicar un comentario