sábado, 20 de agosto de 2011

Evolución.

              Fuertes gemidos de cansancio. Innumerables gotas de sudor salpicando el piso como una leve llovizna. Aspereza de tierra, de grama y humedad al tacto de la levemente resecada piel. Mentadas de madre e insultos internos, en el mejor de los casos, motivación y deseos de autosuperación. Ambición, sonidos de hermandad. No, no es una historia bélica, no es ni siquiera la epopeya de algún héroe. Son las señales claras de que la pretemporada ha dado inicio.
            Tiempos pasados, antiguos, arcaicos. Donde la idiosincrasia del entrenador era puramente empírica, donde la ciencia aún no daba avances, tiempos remotos, donde escaseaban las distinciones paradigmáticas para un deporte como el fútbol. Es por esos años, cuando todo se resumía a correr mucho, bien fuera con la suave y relajante brisa de la montaña, o con el esperanzador sonido de las olas del mar, todo era correr y más correr.
                Hace poco, tras los últimos amistosos, el seleccionador nacional, Cesar Farías, dijo en una conferencia de prensa que “Los jugadores del torneo local no están para jugar los 90minutos”. Bendita verdad, voz de reflexión, visión de lo novedoso.
                En pleno siglo XXI, cuando transcurre el año 2011, y mientras hay un equipo que deleita al mundo, crujiendo y rompiendo moldes, haciendo historia, un equipo llamado Barcelona, resulta llamativo que aún existan entrenadores de primera división, en todo el mundo, que aíslen la preparación de los futbolistas.
                Hace algún tiempo leí una nota del gran Martí Perarnau, el cual reseñaba la incoherencia de prepararse mediante carreras continuas, para jugar un juego que tiene más de 150 aceleraciones en 90minutos. Y es que dos entrenadores de filosofías distantes, entienden maneras similares. Lo ha dicho Mou, en un partido el desgaste psicológico es mayor que el físico, por ende el entrenamiento debe ir orientado a desarrollar ambos aspectos, resolviendo problemas típicos a presentarse en el terreno de juego. O lo visualiza Pep, el futbolista debe entrenar el mayor tiempo posible con su herramienta de trabajo, la pelota.
                Siempre se dice que el todo resulta más importante que la pieza. Se vislumbra que el colectivo es base para el buen jugar y sentir de un equipo. Entonces ¿Por qué aislar la preparación de un jugador, en vez de ejecutarla como un todo, como un colectivo?
                En nuestro país siguen existiendo equipos que bajo el quemante sol, dedican horas y horas a correr en una sola dirección y a un mismo ritmo, usando por consecuencia una sola parte del cerebro. Siguen existiendo equipos que previo al inicio de cada temporada, se resisten al dulce rozar del balón con su botines, condenados por un par de semanas a solo ver las esféricas por televisión, mientras revientan el vestuario de quejidos, y ahondarán en gritos de dolor tras punzantes lesiones musculares a lo largo de la campaña.
                Años atrás me solía preguntar cómo es que jugadores nacionales, militantes en clubes venezolanos, al entrenar con tanto pundonor se veían disminuidos en el apartado físico cuando experimentaban el tacto internacional. Elemental, erróneamente se solía (Antes con abundante recurrencia) aislar en demasía la preparación de un jugador. Se separa lo físico, de lo psicológico y de lo táctico, cuando en realidad son inherentes.
                Poca gracia o coherencia le encuentro a un trote de 45minutos o una hora, ¡Para eso existe el maratón! El fútbol es otra cosa. Y para aquellos que hemos y jugamos este deporte, queda claro que el rendimiento físico es mayor cuando se ha entrenado con la pelota, con cambios de ritmo, en situaciones en las que hay que pensar, e inclusive poner en práctica los dos hemisferios, que cuando solo se corrió, se levantaron pesas, y no se tocó un balón en la semana.
                Este es un deporte en el que se utiliza la totalidad de la masa cerebral para comunicarse de forma efectiva dentro del rectángulo de juego. Y si bien es cierto que las voces de evolución en el ámbito de la preparación física, se han escuchado en los últimos años dentro de toda la geografía venezolana, no resulta una perspectiva errada el sentir que falta demasiado por aprender en este aspecto, lo que mucho tiene que ver con la preparación de los entrenadores.
                ¿Qué le dieron a los Vinotintos en Dallas? Volaron por los estadios argentinos. Se dio un paso firme, otro más, en el crecimiento de la preparación de jugadores. Martirio el que para la eliminatoria los mismos no puedan concentrase por tanto tiempo. Ventaja clara llevan los que juegan en Europa. Mientras los que están en el torneo local rezan por entrenamientos más acorde a jugadores de su talla.
                Paradójico. Los que estuvieron con el seleccionado se mostraron mejor entrenados en poco más de dos meses, que algunos a los que llaman tras 6, 7 y 8 meses de preparación con su club. Lo dijo Richard Páez: “En Venezuela parece que trabajamos con la pirámide invertida, pretendemos ir de lo más grande a lo más chico”.
Entrenamos para Brasil2014 no para Londres2012. El futbolista debe ser entrenado como tal, por entrenadores y/o preparadores físicos, de fútbol, no por visionarios profesores de educación física. Simple evolución. Simple crecimiento. Necesario aprendizaje.
De la misma forma que el entrenamiento debe ser integral, sin que suene contradictorio, afirmo que debe ser individual. Claro, no todos los jugadores necesitan lo mismo, cada concepto en cada posición y rol es distinto. Un promotor de esta doctrina es el gran Diego Latorre, el cual pareciera disfrutar ahondar en la explicación de estos temas.
Así como un portero no necesita lo mismo que un jugador de campo, si aumentamos las distinciones nos daremos cuenta que un central no necesita los mismo que un lateral. De hecho, un medio centro defensivo no necesita lo mismo que un mediocentro ofensivo o que uno mixto. Todo varía según la funcionalidad que el técnico le dé al jugador, y las características del mismo..
Renny, Rey, Rosales, Tomas, Arango y Salomón, necesitan escuchar y ejecutar conceptos disimiles, por ende deben entrenar bajo conceptos distantes.
En juveniles la voz de mando es otra cosa. Obviamente la preparación debe ser integral, mas resulta útil sentir diversos conceptos posicionales para ya en un futuro especializarse en algunos en particular. De cualquier forma, en todo este apartado se debe seguir evolucionando en el ámbito local, dejando de lado la primitiva “mierdera” o “sacadera de chicha”, para dar lugar a la preparación integral. Evolución.
Lisbm. Lizandro Samuel. 



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