Fuertes
gemidos de cansancio. Innumerables gotas de sudor salpicando el piso como una
leve llovizna. Aspereza de tierra, de grama y humedad al tacto de la levemente
resecada piel. Mentadas de madre e insultos internos, en el mejor de los casos,
motivación y deseos de autosuperación. Ambición, sonidos de hermandad. No, no
es una historia bélica, no es ni siquiera la epopeya de algún héroe. Son las
señales claras de que la pretemporada ha dado inicio.
Tiempos
pasados, antiguos, arcaicos. Donde la idiosincrasia del entrenador era
puramente empírica, donde la ciencia aún no daba avances, tiempos remotos,
donde escaseaban las distinciones paradigmáticas para un deporte como el
fútbol. Es por esos años, cuando todo se resumía a correr mucho, bien fuera con
la suave y relajante brisa de la montaña, o con el esperanzador sonido de las
olas del mar, todo era correr y más correr.
Hace
poco, tras los últimos amistosos, el seleccionador nacional, Cesar Farías, dijo
en una conferencia de prensa que “Los jugadores del torneo local no están para
jugar los 90minutos”. Bendita verdad, voz de reflexión, visión de lo novedoso.
En
pleno siglo XXI, cuando transcurre el año 2011, y mientras hay un equipo que
deleita al mundo, crujiendo y rompiendo moldes, haciendo historia, un equipo
llamado Barcelona, resulta llamativo que aún existan entrenadores de primera
división, en todo el mundo, que aíslen la preparación de los futbolistas.
Hace
algún tiempo leí una nota del gran Martí Perarnau, el
cual reseñaba la incoherencia de prepararse mediante carreras continuas, para
jugar un juego que tiene más de 150 aceleraciones en 90minutos. Y es que dos
entrenadores de filosofías distantes, entienden maneras similares. Lo ha dicho Mou,
en un partido el desgaste psicológico es mayor que el físico, por ende el
entrenamiento debe ir orientado a desarrollar ambos aspectos, resolviendo
problemas típicos a presentarse en el terreno de juego. O lo visualiza Pep, el
futbolista debe entrenar el mayor tiempo posible con su herramienta de trabajo,
la pelota.
Siempre
se dice que el todo resulta más importante que la pieza. Se vislumbra que el
colectivo es base para el buen jugar y sentir de un equipo. Entonces ¿Por qué
aislar la preparación de un jugador, en vez de ejecutarla como un todo, como un
colectivo?
En
nuestro país siguen existiendo equipos que bajo el quemante sol, dedican horas
y horas a correr en una sola dirección y a un mismo ritmo, usando por
consecuencia una sola parte del cerebro. Siguen existiendo equipos que previo
al inicio de cada temporada, se resisten al dulce rozar del balón con su
botines, condenados por un par de semanas a solo ver las esféricas por
televisión, mientras revientan el vestuario de quejidos, y ahondarán en gritos
de dolor tras punzantes lesiones musculares a lo largo de la campaña.
Años
atrás me solía preguntar cómo es que jugadores nacionales, militantes en clubes
venezolanos, al entrenar con tanto pundonor se veían disminuidos en el apartado
físico cuando experimentaban el tacto internacional. Elemental, erróneamente se
solía (Antes con abundante recurrencia) aislar en demasía la preparación de un
jugador. Se separa lo físico, de lo psicológico y de lo táctico, cuando en
realidad son inherentes.
Poca
gracia o coherencia le encuentro a un trote de 45minutos o una hora, ¡Para eso
existe el maratón! El fútbol es otra cosa. Y para aquellos que hemos y jugamos
este deporte, queda claro que el rendimiento físico es mayor cuando se ha
entrenado con la pelota, con cambios de ritmo, en situaciones en las que hay
que pensar, e inclusive poner en práctica los dos hemisferios, que cuando solo
se corrió, se levantaron pesas, y no se tocó un balón en la semana.
Este
es un deporte en el que se utiliza la totalidad de la masa cerebral para
comunicarse de forma efectiva dentro del rectángulo de juego. Y si bien es
cierto que las voces de evolución en el ámbito de la preparación física, se han
escuchado en los últimos años dentro de toda la geografía venezolana, no
resulta una perspectiva errada el sentir que falta demasiado por aprender en
este aspecto, lo que mucho tiene que ver con la preparación de los
entrenadores.
¿Qué
le dieron a los Vinotintos en Dallas? Volaron por los estadios argentinos. Se
dio un paso firme, otro más, en el crecimiento de la preparación de jugadores. Martirio
el que para la eliminatoria los mismos no puedan concentrase por tanto tiempo.
Ventaja clara llevan los que juegan en Europa. Mientras los que están en el
torneo local rezan por entrenamientos más acorde a jugadores de su talla.
Paradójico.
Los que estuvieron con el seleccionado se mostraron mejor entrenados en poco
más de dos meses, que algunos a los que llaman tras 6, 7 y 8 meses de
preparación con su club. Lo dijo Richard Páez: “En Venezuela parece que
trabajamos con la pirámide invertida, pretendemos ir de lo más grande a lo más
chico”.
Entrenamos
para Brasil2014 no para Londres2012. El futbolista debe ser entrenado como tal,
por entrenadores y/o preparadores físicos, de fútbol, no por visionarios
profesores de educación física. Simple evolución. Simple crecimiento. Necesario
aprendizaje.
De la misma
forma que el entrenamiento debe ser integral, sin que suene contradictorio,
afirmo que debe ser individual. Claro, no todos los jugadores necesitan lo
mismo, cada concepto en cada posición y rol es distinto. Un promotor de esta
doctrina es el gran Diego Latorre, el cual pareciera disfrutar ahondar en la
explicación de estos temas.
Así como un
portero no necesita lo mismo que un jugador de campo, si aumentamos las
distinciones nos daremos cuenta que un central no necesita los mismo que un
lateral. De hecho, un medio centro defensivo no necesita lo mismo que un
mediocentro ofensivo o que uno mixto. Todo varía según la funcionalidad que el
técnico le dé al jugador, y las características del mismo..
Renny, Rey,
Rosales, Tomas, Arango y Salomón, necesitan escuchar y ejecutar conceptos
disimiles, por ende deben entrenar bajo conceptos distantes.
En juveniles
la voz de mando es otra cosa. Obviamente la preparación debe ser integral, mas
resulta útil sentir diversos conceptos posicionales para ya en un futuro
especializarse en algunos en particular. De cualquier forma, en todo este
apartado se debe seguir evolucionando en el ámbito local, dejando de lado la
primitiva “mierdera” o “sacadera de chicha”, para dar lugar a
la preparación integral. Evolución.
Lisbm.
Lizandro Samuel.
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