Si
Cristiano Ronaldo hubiese nacido en 1997,
en Tunapuy (Un pueblo en el extremo oriental de la península de Paria) y, de
paso, hubiese nacido hembra, quizá, y
solo quizá, podría llamarse Gabriela García.
Estos
hubiese, de mucho peso, contrastan
una verdad oculta en un lugar común: “las comparaciones son odiosas”; además,
podría parecer un descalabro –si es que no lo es– establecer relación alguna
entre el multimillonario jugador del Real Madrid y la tímida venezolana quien
ni siquiera puede optar por ser futbolista profesional en su país –por la
simple razón de que en Venezuela no existe fútbol profesional femenino–; sin
embargo, es casi un pecado no resaltar las parecidas maneras que guarda el
estilo de juego de Gabriela García en relación a las del portugués.