sábado, 2 de noviembre de 2013

El ahijado de Andrés Rouga


“¿Es Rouga o Ronga?”, “El apellido original es Ronga, pero cuando su padre, que en paz descanse, llegó acá y lo fue a presentar, se equivocó y le puso Rouga”, desbordando seguridad –misma usada por su padrino cuando le toca sacar la pelota desde atrás– Ayrton Marques, El Enano, relata la anécdota del actual defensor de Mineros de Guayana.

Realmente es complicado imaginarse a Ayrton de menor estatura; pero sí, él también fue niño y, por ende, su cuerpo infantil se componía de menos centímetros de los que hoy, con 21 años, dispone. Fue en ese entonces cuando empezó a enamorarse del Caracas F.c con la inocua ilusión de un niño de 6 años. “El estadio me queda al lado de mi casa”, explica Ayrton previo a resaltarse en retrospectiva como un niño “muy pila”.

La Odisea, relata las travesías de Odiseo para llegar a su natal Ítaca. Con el paso de las décadas, la figura mitológica del inteligente Odiseo se hizo inherente a la perseverancia. ¿Tenía una meta planificada aquella pulguita rubia quien durante varios años fue fiel a todos los partidos de local y a todos los entrenamientos del Caracas F.c?, ¿planificaba ser jugador o entrenador? Sea cual fuera el caso, como en honor a eso de que “lo que es del cura va pa’la Iglesia”, el viaje de perseverantes anécdotas, atravesadas por Ayrton hasta sus 11 años, desembocó en la llegada de Odiseo a su anhelada Ítaca: un puesto como ayudante del Caracas F.c comandado por Noel Chita San Vicente. Pero a diferencia de Odiseo, quien en su tierra culminó su viaje, fue allí en su lugar de desembarco en donde empezaría el nuevo trayecto de El Enano.

Era el año 1998 y Ayrton, por razones de tamaño, no podía cargar mucho peso; pese a eso, su buena voluntad y ganas le unieron al Caracas hasta el 2012, fungiendo en roles de utilero, entrenador de porteros, asistente técnico, preparador de porteros, jugador y entrenador principal de algunas categorías. Hizo de todo allí y tuvo a los mejores mentores: “El Chita y Paladini me mostraron cual era el camino. Me enseñaron mucho. No directamente de sentarse conmigo y decirme ‘mira, esto se hace así’, pero sí como que mostrándome el camino de lo bueno y de lo malo. De cómo debían hacerse las cosas. Aprendí mucho con ellos”, sin escatimar elogios abre paso a un senda de agradecimientos: “Ivan Isea, mi primer entrenador; Alejandro González; Manuel Carrero, que en paz descanse, era como mi tío; Enzo (Tropiano), Manuel Chirinos...” a todos agradece sin mesura, para cerrar con aquellos quienes le abrieron las puertas a trabajar en el cuerpo técnico de la selección nacional femenina: Kenneth Zseremeta, José Catoya, Willian Pino y Ezequiel Briceño.

Pero es mejor ir despacio, El Enano habla muy rápido, le gusta contar las historias del final hacia el principio; “como buen autor moderno”, opinaría la vieja Rata de Agua del cuento El amigo fiel de Oscar Wilde, probablemente uno de los escritores más nobles que ha dado la literatura. Nobleza, y de sobra, encontró El Enano al empezar a adentrarse en ese mundo tan místico del fútbol profesional. Pedro Pablo, Jorge El Pelicano Casanova y José Manuel Rey destacan entre los jugadores con quienes entabló mejor relación. “José Manuel Rey era como mi papá, todo el tiempo me preguntaba ‘¿Cómo están las nota?, ¿cómo están las notas?’ –lo imita en tono señorial–. Estaba muy pendiente de mí”, exclama sin poder contener una sincera sonrisa. Pero a quien más destaca es, faltaba menos, a su padrino: “Mi familia lo quiero mucho. Siempre traté de imitarlo, de ser como él, de aprender las cosas que me enseñaba incluso dentro de la cancha y tratar de aplicarlas en los partidos”.

Y es que pese a iniciarse como “ayudante” del primer equipo, el chico de 11 años soñaba con ser futbolista profesional. “Tuve un buen desempeño en la liga Cessar del Veccchio, la Liga Colegial y hace poco cuando me tocó jugar finales de Distrito sub 20”; entonces, ¿jugador o entrenador? “Al principio tiraba más hacia eso de ser jugador, después sí me decidí a ser entrenador (…) Cuando digo ‘mira, sí, esto es a lo que me voy a dedicar’ tenía 16 años”, ¿pero, alguna vez acarició realmente la posibilidad de ser futbolista profesional? “En ese sentido yo creo que no. Quizás por la edad o porque, principalmente, como dicen, los enanos no juegan al fútbol”, ajá, ¿y Messi y Maxi Moralez, quien es más pequeño incluso que Lionel? “Yo nunca fui un jugador muy técnico, era de darlo todo en la cancha y de entregarme al máximo. Jugaba de lateral derecho, inclusive a veces de central (…)” ¡Espera! ¿Un central de 1,50 metros? No lo tenía fácil Ayrton. No, no y no.

Cerrado ya su espejismo de futbolista profesional, Ayrton llega a dirigir categorías infantil B y A y a desempeñar otros cargos, como entrenador principal o asistente, en otras categorías de la escuela. Su vocación, cabe resaltar, lo empujó al fútbol femenino: “Me motivó por saber que estaba agarrando auge en el país. Estuve 6 años trabajando en categorías femeninas, fue en lo que principalmente me desarrollé. Arranqué como utilero, luego como preparador de arqueros y al final como asistente”, y el orgullo no se podía quedar fuera de la entrevista, “Tengo 6 títulos con el Caracas, 7 títulos a nivel de Juegos Nacionales y una representación en un Sudamericano sub17”.

Ahora bien, ¿hay fútbol femenino profesional en Venezuela? “Propiamente dicho no. La Federación no se maneja con contratos. En el Caracas las chicas cuentan con el apoyo de tener Casa Club y alguna que otra recibe ayudas económicas. Las que van a la selección pueden tener becas con el Estado…”, ¿o sea, si la plantilla tiene 23 jugadoras, no todas cobran? “No todas cobran. El rendimiento, más que nada, es lo que va a decidir (En el Caracas) quien recibe algo económicamente”. Eso atenta en contra del aumento de la calidad del fútbol femenino en Venezuela pues, como explica Ayrton, “Es muy difícil decirle a una chica que está alrededor de los 25 años que tú le vas a pagar 2.000 Bs y ella tiene que jugar allí de por vida; es complicado”; ¿entonces de que viven? “Algunas (En el Caracas) tienen trabajos en la escuela u otros trabajos”. Cerrado el tema.

Lo económico es algo que atenta en contra del desarrollo de nuestro fútbol, sobre todo en las bases. “El entrenador venezolano de fútbol base es mal pagado. Aquí (En Venezuela) no hay un entrenador, a nivel de sub 20, sub 17, que te cobre entre 20.000 y 25.000 bolívares, no los hay”, Ayrton cambia su postura, engrosa la voz y deja entrever la indignación de sus pupilas, “Los equipos, los patrocinantes, deberían estudiar la posibilidad de invertir más”, habla de la situación del país, de los difícil que es mantenerse con salarios tan paupérrimos y concluye que eso debería cambiar.

El Enano ya no está en el Caracas; un club que hasta familia le dio: allí conoció a quien a la postre sería su padrino. ¿Lo despidieron? No, se fue por su voluntad. ¿Qué puede hacer a alguien abandonar a la institución de fútbol más prestigiosa del país? “Motivos personales”, ajá, pero dado a la efervescencia con la cual habló de los salarios, ¿eso no pudo influir? “Fue más que nada motivos personales que no vienen al caso; quizá eso que dices pudo influir un poco, pero fue, principalmente, motivos personales”.

Para El Enano, otro bajito fue quien, en lo futbolístico, más lo deslumbró mediante su estadía en el endecacampeón: “Luis El Pájaro Vera era el jugador que cuando las cosas estaban complicadas él llevaba a la calma”; en cuanto a las chicas afirma que Marialba Zambrano y Lisbeth Bandres “pudieran jugar con los hombres. Como ellas dos no hay”.

Tras un breve paso por la escuela de Lasalle y de graduarse de entrenador nivel B del Colegio de Entrenadores de la FVF, El Enano espera que su futuro lo lleve a dirigir en Primera División, mientras anhela, con una esperanza no proporcional a su estatura, ver una liga de fútbol profesional femenino en Venezuela.

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