“¿Es
Rouga o Ronga?”, “El apellido original es Ronga, pero cuando su padre, que en
paz descanse, llegó acá y lo fue a presentar, se equivocó y le puso Rouga”,
desbordando seguridad –misma usada por su padrino cuando le toca sacar la
pelota desde atrás– Ayrton Marques, El Enano, relata la anécdota del actual
defensor de Mineros de Guayana.
Realmente
es complicado imaginarse a Ayrton de menor estatura; pero sí, él también fue
niño y, por ende, su cuerpo infantil se componía de menos centímetros de los
que hoy, con 21 años, dispone. Fue en ese entonces cuando empezó a enamorarse
del Caracas F.c con la inocua ilusión de un niño de 6 años. “El estadio me
queda al lado de mi casa”, explica Ayrton previo a resaltarse en retrospectiva
como un niño “muy pila”.
La Odisea, relata las travesías de
Odiseo para llegar a su natal Ítaca. Con el paso de las décadas, la figura
mitológica del inteligente Odiseo se hizo inherente a la perseverancia. ¿Tenía
una meta planificada aquella pulguita rubia quien durante varios años fue fiel
a todos los partidos de local y a todos los entrenamientos del Caracas F.c?,
¿planificaba ser jugador o entrenador? Sea cual fuera el caso, como en honor a eso
de que “lo que es del cura va pa’la Iglesia”, el viaje de perseverantes anécdotas, atravesadas por Ayrton hasta
sus 11 años, desembocó en la llegada de Odiseo a su anhelada Ítaca: un puesto
como ayudante del Caracas F.c comandado por Noel Chita San Vicente. Pero a
diferencia de Odiseo, quien en su tierra culminó su viaje, fue allí en su lugar
de desembarco en donde empezaría el nuevo trayecto de El Enano.
Era el
año 1998 y Ayrton, por razones de tamaño, no podía cargar mucho peso; pese a eso,
su buena voluntad y ganas le unieron al Caracas hasta el 2012, fungiendo en
roles de utilero, entrenador de porteros, asistente técnico, preparador de
porteros, jugador y entrenador principal de algunas categorías. Hizo de todo
allí y tuvo a los mejores mentores: “El Chita y Paladini me mostraron cual era
el camino. Me enseñaron mucho. No directamente de sentarse conmigo y decirme
‘mira, esto se hace así’, pero sí como que mostrándome el camino de lo bueno y
de lo malo. De cómo debían hacerse las cosas. Aprendí mucho con ellos”, sin
escatimar elogios abre paso a un senda de agradecimientos: “Ivan Isea, mi
primer entrenador; Alejandro González; Manuel Carrero, que en paz descanse, era
como mi tío; Enzo (Tropiano), Manuel Chirinos...” a todos agradece sin mesura,
para cerrar con aquellos quienes le abrieron las puertas a trabajar en el
cuerpo técnico de la selección nacional femenina: Kenneth Zseremeta, José
Catoya, Willian Pino y Ezequiel Briceño.
Pero es
mejor ir despacio, El Enano habla muy rápido, le gusta contar las historias del
final hacia el principio; “como buen autor moderno”, opinaría la vieja Rata de
Agua del cuento El amigo fiel de
Oscar Wilde, probablemente uno de los escritores más nobles que ha dado la
literatura. Nobleza, y de sobra, encontró El Enano al empezar a adentrarse en
ese mundo tan místico del fútbol profesional. Pedro Pablo, Jorge El Pelicano
Casanova y José Manuel Rey destacan entre los jugadores con quienes entabló mejor
relación. “José Manuel Rey era como mi papá, todo el tiempo me preguntaba
‘¿Cómo están las nota?, ¿cómo están las notas?’ –lo imita en tono señorial–.
Estaba muy pendiente de mí”, exclama sin poder contener una sincera sonrisa.
Pero a quien más destaca es, faltaba menos, a su padrino: “Mi familia lo quiero
mucho. Siempre traté de imitarlo, de ser como él, de aprender las cosas que me
enseñaba incluso dentro de la cancha y tratar de aplicarlas en los partidos”.
Y es
que pese a iniciarse como “ayudante” del primer equipo, el chico de 11 años
soñaba con ser futbolista profesional. “Tuve un buen desempeño en la liga
Cessar del Veccchio, la Liga Colegial y hace poco cuando me tocó jugar finales
de Distrito sub 20”; entonces, ¿jugador o entrenador? “Al principio tiraba más
hacia eso de ser jugador, después sí me decidí a ser entrenador (…) Cuando digo
‘mira, sí, esto es a lo que me voy a dedicar’ tenía 16 años”, ¿pero, alguna vez
acarició realmente la posibilidad de ser futbolista profesional? “En ese
sentido yo creo que no. Quizás por la edad o porque, principalmente, como
dicen, los enanos no juegan al fútbol”, ajá, ¿y Messi y Maxi Moralez, quien es
más pequeño incluso que Lionel? “Yo nunca fui un jugador muy técnico, era de
darlo todo en la cancha y de entregarme al máximo. Jugaba de lateral derecho,
inclusive a veces de central (…)” ¡Espera! ¿Un central de 1,50 metros? No lo
tenía fácil Ayrton. No, no y no.
Cerrado
ya su espejismo de futbolista profesional, Ayrton llega a dirigir categorías
infantil B y A y a desempeñar otros cargos, como entrenador principal o
asistente, en otras categorías de la escuela. Su vocación, cabe resaltar, lo
empujó al fútbol femenino: “Me motivó por saber que estaba agarrando auge en el
país. Estuve 6 años trabajando en categorías femeninas, fue en lo que
principalmente me desarrollé. Arranqué como utilero, luego como preparador de
arqueros y al final como asistente”, y el orgullo no se podía quedar fuera de
la entrevista, “Tengo 6 títulos con el Caracas, 7 títulos a nivel de Juegos
Nacionales y una representación en un Sudamericano sub17”.
Ahora
bien, ¿hay fútbol femenino profesional en Venezuela? “Propiamente dicho no. La
Federación no se maneja con contratos. En el Caracas las chicas cuentan con el
apoyo de tener Casa Club y alguna que otra recibe ayudas económicas. Las que
van a la selección pueden tener becas con el Estado…”, ¿o sea, si la plantilla
tiene 23 jugadoras, no todas cobran? “No todas cobran. El rendimiento, más que
nada, es lo que va a decidir (En el Caracas) quien recibe algo económicamente”.
Eso atenta en contra del aumento de la calidad del fútbol femenino en Venezuela
pues, como explica Ayrton, “Es muy difícil decirle a una chica que está
alrededor de los 25 años que tú le vas a pagar 2.000 Bs y ella tiene que jugar
allí de por vida; es complicado”; ¿entonces de que viven? “Algunas (En el
Caracas) tienen trabajos en la escuela u otros trabajos”. Cerrado el tema.
Lo
económico es algo que atenta en contra del desarrollo de nuestro fútbol, sobre
todo en las bases. “El entrenador venezolano de fútbol base es mal pagado. Aquí
(En Venezuela) no hay un entrenador, a nivel de sub 20, sub 17, que te cobre
entre 20.000 y 25.000 bolívares, no los hay”, Ayrton cambia su postura, engrosa
la voz y deja entrever la indignación de sus pupilas, “Los equipos, los patrocinantes, deberían estudiar la
posibilidad de invertir más”, habla de la situación del país, de los difícil
que es mantenerse con salarios tan paupérrimos y concluye que eso debería
cambiar.
El
Enano ya no está en el Caracas; un club que hasta familia le dio: allí conoció
a quien a la postre sería su padrino. ¿Lo despidieron? No, se fue por su
voluntad. ¿Qué puede hacer a alguien abandonar a la institución de fútbol más
prestigiosa del país? “Motivos personales”, ajá, pero dado a la efervescencia
con la cual habló de los salarios, ¿eso no pudo influir? “Fue más que nada
motivos personales que no vienen al caso; quizá eso que dices pudo influir un
poco, pero fue, principalmente, motivos personales”.
Para El
Enano, otro bajito fue quien, en lo futbolístico, más lo deslumbró mediante su
estadía en el endecacampeón: “Luis El
Pájaro Vera era el jugador que cuando las cosas estaban complicadas él llevaba
a la calma”; en cuanto a las chicas afirma que Marialba Zambrano y Lisbeth
Bandres “pudieran jugar con los hombres. Como ellas dos no hay”.
Tras un
breve paso por la escuela de Lasalle y de graduarse de entrenador nivel B del
Colegio de Entrenadores de la FVF, El Enano espera que su futuro lo lleve a
dirigir en Primera División, mientras anhela, con una esperanza no proporcional
a su estatura, ver una liga de fútbol profesional femenino en Venezuela.
Para leer: Cuando Michael Jackson sí fue preso
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