Cuando
jugaba en la sub 17 del Atlético Venezuela, en su primer año bajo ese nombre
tras dejar de ser UNEFA, nos tocó un complicado grupo en la Liga de Asociación
(También en la Inter-regional, pero no viene al caso): en el último partido de
la fase de grupos tanto nosotros como nuestro rival necesitábamos sumar así
fuese un punto para asegurar nuestro pase a la siguiente ronda, de lo contrario
quedaríamos a merced de otros resultados.
Esa
era la cuestión, tanto nosotros, como ellos, necesitábamos un punto. El empate
nos clasificaba a ambos.
Una
de las imágenes más deplorables que tengo de mi participación en el fútbol es
la de mi entrenador de otrora regañándonos por disparar al arco, por querer
ganar. Al entretiempo, con el 2-2 en el marcador, nos informó que ya había
pactado el empate. El partido acabó 2-2. Yo tenía 16 años, era mi primera
temporada en las bases de un equipo profesional y, ese día, el mundo del fútbol
venezolano me dio la bienvenida a su jungla.
…
En
pleno clímax del éxito de la película Hermano,
recuerdo haber estado almorzando con una amiga de la familia (Quien me triplica
en edad) mientras degustábamos comentarios sobre tan maravillo film venezolano.
Ella me comentaba como la había sorprendido ver un mundo tan cargado de
violencia, cuando se supone que el deporte rechaza los vicios, mientras abre
las puertas de un paraíso de vida sana.
El
deporte competitivo, guste o no, en un mundo que esconde muchos intereses extra
deportivos; no en vano me gusta establecer las distinciones entre el juego de fútbol y el fútbol: lo primero responde a labores
alusivas al terreno de juego; lo segundo, a poder, dinero, política, religión.
Cuando, por ejemplo, se realiza un fichaje, generalmente se vela por los
intereses de ambos mundos.
…
Venezuela
está atravesando una delicada situación social. Entre muertos, heridos y
protestas, cualquiera quien atraviese las calles protagonistas de estos hechos,
así sea de paso, está exponiendo su vida a la línea de fuego entre dos bandos,
como quien, haciéndose el indiferente, paseara, en pleno enfrentamiento bélico,
por una balacera: se puede apoyar a uno u otro lado, o incluso a ninguno, pero
las balas desconocen de ideología, atraviesan el cuerpo sin distinción de posición
política.
Esta
situación preocupó al groso de los futbolistas profesional, quienes, mediante
la AUFPV se manifestaron en contra de la decisión de Rafael Esquivel y Laureano
González de disputar la jornada siete del Torneo Clausura pese al riesgo que esto
suponía y bajo la excusa de supuestas “garantías” por parte del Ministerio del
Deporte en lo referente a la seguridad.
Todos
sabemos la clase de dirigente que es el señor Esquivel y, si había dudas, el
señor Laureano González: dirigentes con la magna capacidad para realizar un
absurdo como suspender los torneos sub 20 y sub 18 en todo el país, “por
seguridad”, pero permitir a los equipos de Primera División jugar con jugadores
sub 20 y sub 18 ante la negativa de los profesionales.
La
FVF nos tiene acostumbrados a esa clase de exabruptos, pero ¿es ella total
responsable? En el sistema penal existe la palabra cómplice.
Los
presidentes de cada equipo, tras negociaciones con sus plantillas
profesionales, aceptaron mandar a plantillas de juveniles. Lo hizo desde el
Caracas, hoy puntero, hasta Estudiantes de Mérida. Los técnicos, en su mayoría
silenciosos, se presentaron en los estadios; y aquellos entrenadores del equipo
principal que se negaron a asistir, fueron suplantados por interinos de las
categorías menores, en un claro ejemplo de deslealtad a la profesión. Para
finalizar, los juveniles se pusieron a disposición y si les perdonamos la falla
por la inexperiencia de la edad, detrás de ellos hay unos padres o
representantes a quienes nada les importó poner en riesgo la vida de sus hijos;
mientras, porque también hay que señalarlos, ternas arbitrales se dispusieron a
regir los partidos más tristes de toda su carrera.
…
La
FVF lo ha dejado claro desde hace tiempo: en un comunicado expresado el torneo
pasado multó a Mineros y al Caracas con 3531 Bs debido a gritos y pancartas de
las respectivas barras en contra del órgano regido por Esquivel y su persona;
mientras, al mismo tiempo, multó con tan sólo 535 Bs a El Vigía, por no
presentar un médico acreditado dentro de su cuerpo técnico. Más le duele la
crítica que la posibilidad de muerte de un jugador. Pero en este circo, todos
los equipos de Primera y Segunda demostraron ser los payasos; cómplices de la
vergüenza. Es paradójico, pues desde hace tiempo se habla de una supuesta unión
entre equipos para crear una liga paralela a de la FVF. En la jornada siete del
Torneo Clausura, algo quedó claro: Rafael Esquivel reina en la jungla, pero la
jungla la construyen todos los equipos.
Me
hubiese gustado ver a la FVF colocar forfait en todos los partidos de Primera y
Segunda División si ningún equipo se presentaba; o, si ni siquiera lo hacían
los árbitros, verlos distribuir multas absurdas a todos los miembros de este
fútbol y realizar una gigantesca hoja de despidos. Quizá me hubiese gustado escuchar
a aquellos miembros de la FVF que están en contra de Esquivel pronunciarse con
fuerza, o a ningún entrenador presentarse a dirigir. Me hubiese gustado un
apoyo público a los jugadores por parte de los técnicos de renombre; incluso
que ningún dirigente mandará a sus equipos a competir. En fin, me hubiese
gustado que la selección clasificara a Brasil 2014, pero en un fútbol lleno de
tanta miseria y pobreza, agradezco, por esos valores del deporte que hoy se
debilitan con fuerza en nuestro país, que nuestra Vinotinto no representara en
el escenario internacional la precariedad de Venezuela como país fútbol, un
lugar en el que la vida de un futbolista, entrenador o árbitro, importa un
carajo.
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