viernes, 30 de noviembre de 2012

Amores de una noche

Un amante que se come las uñas en espera de amar, y dolido por no ser amado, camina suspirando por la ilusión de vagos recuerdos que evocan las fantasías de parejas más felices. Posa sus ojos en las mesitas de los cafés y una lagrima es su única compañía, jura tener eso algún día. Pero es que como dice Ignacio Benedetti: “El problema no es el hambre, son las ganas de comer, las que atentan contra la paz necesaria para tomar decisiones”
                
Un amante resignado, con la barriga vacía y con muchas ganas de comer, enciende la TV, oye hablar de Barcelona, de cantera y años de trabajo. Escucha hablar de Madrid, de leyendas o mitos que enaltecen el color blanco. Ve al Chelsea, al Málaga, PSG, Manchester City, etc., etc., etc., y cree encontrar la solución a su dolor. Ve recortar el patrón de ilusión a por la realidad… Decide, un burdel visitar.
             
En una ponencia de los coordinadores del fútbol base del Valencia (España), mostraban la forma de planificar en la cantera y en el primer equipo; haciendo alusión a que desde hace un par de temporada podrían prever las dificultades deportivas que podrían encontrar en el presente o futuro (Por ejemplo: la falta de un jugador con tales características para tal posición), es por eso, que hacen un trabajo continuo de seguimiento a futbolistas, a fin de determinar cuál puede ser un potencial fichaje, para el presente o futuro (Entiéndase uno, dos, tres, o cuatro años)
                
Entre tantas deudas, clubes que hoy están y mañana no, salarios ficticios, promesas vacías, disputas de egos, y demás tonterías; que un club (de esos que con el permiso del Caracas, ni siquiera existen en nuestro país) plantease una planificación en el sentido más puro de la palabra, se antoja una idea de PlayStation.
                
Es por eso, que los jugadores viven en un burdel, mientras en los despachos sólo se quiere placer inmediato, sexo sin amor. Futbolistas que desfilan de divisa en divisa, ignorando los cánticos del hincha, o las divisiones entre barras. Pasan de Táchira a Caracas con naturalidad. Se regodean de tener hasta 10 traspasos en menos de 13 años. Una que otra Copa levantada, admiración por un D.t, el recuerdo de un buen grupo y un club de comida para hoy y hambre para mañana.
                
Nuestro fútbol, es muy pequeño, y sé que no descubro nada. Nuestro fútbol es de cartón y sé que nada nuevo escribo. Es que leo y estudio, veo y analizo, y cometo el mismo pecado humano que nos impulsa a vivir: sueño. Sueño y vuelvo soñar. Sueño con que tengamos una liga de verdad, sueño con ver partidos de fútbol que sean más partidos y menos circo. Sueño con estadios llenos y en buenas condiciones. Sueño con sentir que nuestro fútbol venezolano es grande, importante, ordenado y rentable…
                
Entre esos sueños pasan mis noches, pero de vez en cuando me despierto y veo al DANZ celebrando, mientras el brillo de la Copa parece dar olvido a esos  hinchas violentos que se sientan sobre el balón y lo desinflan. A árbitros que desconocen el reglamento. A objetos lanzados al terreno de juego…
                
De vez en cuando, me siento un romántico en búsqueda del amor de verdad, una quinceañera en búsqueda de un príncipe azul, un poeta, que ve temblando, como el corazón de nuestro balón se ahoga en su propio llanto; se desinfla, se vuelve un cuero vacío, sin amor a largo plazo, pues todos parecen preferir, los amores de a ratos…
Para leer: Esta y la otra


2 comentarios:

  1. Nostálgicamente lógico tu deambular en este artículo, muy buen paralelo. el amor fugaz y por placer, eso es tan cierto como la llovizna que produce gripe y hasta fiebre de manera sutil...
    Igualmente sueño con insistencia en una Liga Venezolana más seria y estable pero sólo es un sueño de repetidas fases, sólo así, sólo un anhelo.

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    1. Tenemos el mismo sueño, Sergio; ojala que si muchos soñamos los mismo, podamos, algún día, hacerlo realidad.

      Abrazo.

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