Hay
que tomarse en serio a los japoneses. Al menos en lo concerniente al fútbol.
Esa gente rara, de costumbres atípicas para nuestra cultura, vio jugar a Oliver
y Benji. A Oliver Atom y Benji Prince, personajes principales de la serie
animada Súper Campeones. Ahí, en ese
mundo de fútbol paralelo, donde los cabellos desafiaban a la gravedad
manteniéndose erizados en peinados inverosímiles, germinaría la leyenda de
algunos de los mejores jugadores de todos los tiempos: Tom Misaki, Bruce
Harper, Steve Hyuga, Richard Tex Tex, entre otros –además de, claro está, los
dos personajes principales–.
¿Y
por qué están locos los japoneses? Porque después de saturarme con horas de la
obra de Yohichi Takahashi, salté a una cancha de fútbol y traté de hacer un
Tiro con chanfle o un Tiro del Tigre; incluso probé hacer prodigiosas chilenas
elevándome hasta diez metros de altura para quemarle los guantes (Literalmente)
a un inexistente portero capaz de apoyar sus pies en los palos de la arquería,
en medio de un salto, para impulsarse hacia el palo contrarío (Todo esto sin
tocar el piso, obvio). Están locos porque me di cuenta de que podía recorrer de
punta a punta la cancha de fútbol en menos de un minuto, a diferencia de mis
héroes quienes tardaban tres y cuatro capítulos. “Están locos los japoneses”,
pensé, al concientizar lo ridículo que me veía pretendiendo emular a Oliver. Seguir leyendo