El
concepto del arte poco valorada, tiene un longevo valor en casi
todas las culturas. Desde el poeta que se viste de rapero para hacer reír a un
vagón del metro, hasta el pintor que actúa de vándalo para plasmar pinturas
ilegales en paredes prohibidas, pasando por aquellos novatos que hacen sonar su
música ante sillas ocupadas sólo por sus familiares; todos tienen algo en
común: ilusión, ganas y poco público.
Es
así, como a diario, obras silenciosas se narran en los estadios profesionales
del fútbol venezolano, con asientos vacíos, dónde rebotan los gritos de gol o
las quejas aireadas de aquellos que corren por el terreno de juego. Tal es la
calma que se respira que hasta las indicaciones de los D.t, llegan en perfecta
claridad a los oídos de los pocos asistentes, incluso aún, cuando la distancia
entre el banco de suplentes y la tribuna más cercana del Estadio Olímpico de la
UCV, deja un espacio para la perdida de claridad auditiva.
Son
las 7pm, del miércoles 26/9/2012 y tan sólo un par de horas antes los jugadores
habían empezado a dejar sus carros en el estacionamiento interno de la
Universidad Central de Venezuela.
Entrada
gratis ¿Quién ve Copa Venezuela? ¿Quién está libre un miércoles?... Si a caso
dos ¿guardias? Fingen revisar a las pocas personas que van pisando la tribuna
principal, mientras en el megáfono una fuerte voz trata de evocar a los
fantasmas de una afición que no existe.
El
partido va a empezar y el Atlético Venezuela se siente local, dado que cada
jugador pareció llevar a tres amigos, a su esposa y a sus hijos, para que todos
juntos simularan el apoyo de una barra organizada, a su vez que un par de
trapos guindados en la reja hacen suponer la existencia de una barra petareña,
compuesta por no más de tres tambores y por menos de 10 personas.
Los
artistas están lejos de dibujar las proezas más grandes que ha dado este
deporte, pero su sudor y toque de balón, bien vale el precio mínimo de un
boleto y bien merece que aquel primer grito de gol por parte de los locales,
fuese celebrado por un estadio cuando menos a la mitad de su capacidad.
Petare
se aproxima y luego se diluye. Sus problemas en la media son descifrados por
los visitantes: Consiguen a Camilo Ramírez perdido en un espacio de fantasía,
se va pero no regresa y sus pases son pinceladas mal lanzadas sobre el lienzo,
por ende Andreutti se siente sólo en un limbo de veloces maratonistas que
buscan siempre por la derecha (Para luego lanzar hacia la izquierda) el arco defendido por el joven Giancarlo
Schiavone.
¿Y qué sabe Cásseres de
anatomía, fisiología, ciencia o sentido común? Si a sus 35 años sigue corriendo
como un niño de barrio que encuentra en la pelota un sueño o una salida al
mundo. ¿Qué sabe aquel moreno, de gloria? Si luego de tantas batallas y tantos
éxitos sigue pegando gritos, quejándose con el árbitro y armándole broncas a
sus compañeros, cómo si una carrera llena de éxitos no le bastase. Ah, pero
algo sabe de tiempo, ya que en algún momento, algo antes imposible se
tornaba en su boca, era un jadeo, un jadeo que nunca disminuye la emoción que
sienten, propios y extraños, cuando lo ven arrancar desde el medio campo de
cara al arco.
Y si cada jugador del Venezuela
llevó a parte de su familia, JJ Morales metió en el estadio a medio Uruguay:
“¡Vamos JJ!” “¡Eso es JJ!” “¡Vamos por el tercero JJ!”… La gracia de la suerte
lo hizo marcar los dos tantos de su equipo, pudiendo celebrar con la pelota
bajo su franela (Simulando un embarazo), nada más que el segundo, pues al
primer intento la pelota nunca se la dieron…
“¡JJ esté!” grita algún hincha
frustrado del Dvo Petare, mientras señala en tono brusco su zona pélvica y en
él y en los brazos cruzados del profe Plasencia, se retrata lo que ocurre en el
terreno de juego.
Al final, el marcador apoya a los visitantes
con un 1-2 que invitaba a más goles para ambos bandos. El Atlético Venezuela
aplaude, el Petare ve al piso y ambos, con la misma tranquilidad con la que
llegaron van dirigiéndose a los camerinos para ir dejando el estadio casi como
lo encontraron: tranquilo y vacio, al momento, que el Silencio, se relame de
haber disfrutado de otro espectáculo, sin gritos ni cantos, allí en su puesto
VIP ese que para su dicha y llanto de todo un fútbol profesional, encuentra en
casi todos los estadios y en casi todos los partidos…
Para leer: ¿Cómo saber que estas entrando en edad?
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