Cordura, reflexión y fe

Se pasó de La Paz a la guerra en tan sólo cuatro días, escenarios y planificaciones disimiles; en Cachamay primó lo que más le gusta a los uruguayos: la lucha. Como si de dos bandos dispuestos a una batalla homérica se tratase, Lugano y Arango se saludaban antes del partido. El charrúa, sonriente, le guiñaría el ojo al venezolano; estaba indicándole el futuro.

             

El maestro Tabárez dio en clavo con su análisis y durante todo el juego se jugó como quisieron los visitantes. Venezuela intentó, pero sus recursos se limitaron al bombardeo de centros hacia el castillo celeste, en donde los guardias Lugano y Godín se mostraron infranqueables.

                

Y es que nunca se generaron ocasiones claras de gol, en contra a las que sí tuvieron Forlán y Cavani, quien con su zurda, tras un gran contragolpe, dejó en evidencia al hincha venezolano: apoya en la victoria, se intimida en la adversidad.

                

Atontados por el gol, el entretiempo fue la mejor medicina para evitar un mayor descalabro. Salomón fue todo un Gladiador dominado por el imperio charrúa, Arango un general rodeado de enemigos y Tomás volvió a opacar sus grandes virtudes con la torpeza de hacerse expulsar.

                

Los tres pitazos. Farías caminaba en plan de victima rumbo a los vestuarios, la cara de Juan era un poema, Rosales vendaba su malestar, Salo y Dani desconcertados, Tomás aguó sus ojos al compás de la rabia que crecía en casi todos los venezolanos. Venezuela dormiría deprimida.

                

El rostro de Rosales quedó roto, como la esperanza de muchos venezolanos. Una pastilla de cordura en contra del análisis reduccionista, hielo y reflexión sobre el golpe. Treinta millones de capsulas de Prozac: los héroes venezolanos necesitan que el país siga confiando en ellos. Esta es la verdadera prueba de fe y compromiso.

Lisbm. Lizandro Samuel.

Para leer: Venezuela 2012