jueves, 21 de julio de 2011

Porque el fútbol es así…

                Y es la respuesta más común ante la perplejidad que resulta tras la eliminación de nuestra Vinotinto en penales, a manos de los paraguayos y de quien, de plano, me parece el mejor jugador de la Copa, Justo Villar.
            Si le damos continuidad a esa idea, poca explicación futbolística, más allá de detalles en la definición, sumados a una tanda de penales patéticamente trabajada,  encontramos para la eliminación Brasileña en 4tos, luego de bailar, pasarle por encima, y darle un repaso de fútbol a la selección que dirige el “Tata” Martino.
                Y entonces vemos a un finalista de Copa América (Uno de los torneos más importantes del planeta fútbol) que no ha ganado ningún partido, que encuentra  en su guardameta una figura inevitablemente heroica, pero cuyo aspecto más preocupante resulta ser que en realidad no han jugado a nada en toda la competición, dado que ni siquiera su intento de  defender y cortar los circuitos rivales en zona2 o zona3 ha sido efectivo (Numerosas ocasiones en contra han sufrido, Justo Villar y los palos, son a día de hoy lo más destacado del conjunto guaraní).
                Pero para colmo y desilusión, ante la resignación de un país, la respuesta más usada es “porque el fútbol es así”, valido en todo su concepto, perfectamente aplicable a la situación, siendo además englobador total de los argumentos usados a nivel mundial para dar significado a esta Copa América. Y sí es cierto que de esta frase dan uso recurrente los llamados “resultadistas” la realidad (Perdón si me equivoco) es que todos, en algún momento de nuestras vidas la hemos empleado (Ante nuestra ignorancia, quizás), no solo en el fútbol, sino en todas las temáticas de nuestra vida, e inclusive, para la vida misma: “La vida es así…”.
                A pesar de esto, me encuentro con un carácter propio, por demás obstinado, que se niega a aceptar esta frase como respuesta ante una situación reiterante, a la que si además se le agrega la palabra “suerte” (Otra expresión en la que poco creo), pues salida fácil encontramos, para justificar la adversidad.
                Lo cierto es que para efectos de lo que realmente nos importa, y resaltando además el buen trabajo de esta histórica selección nacional, con resultados, formas y maneras positivas, hay varios temas de reflexión propios (Del país) que se deben extraer para seguir trabajando, apoyados, claro está, en la demostración de cierto avance (Quedara por comprobar la real profundidad del mismo en las bases futuras) de nuestro balompié.
         Es que tal vez resultaba injusto que nuestro país estuviese en la final (Emocionalitas, abstenerse), no por no haber ido a un mundial (Tonterías), sino porque pienso que lo único que nos faltó para llegar a alzar la Copa es tener una estructura, un torneo, una bases, mejor fundamentadas. Simple opinión propia, y ganas de querer sacarle provecho a esta sorprendente eliminación.
                Llegar a semifinales, realmente no fue una sorpresa, se veía venir, inclusive desde la Copa anterior. El rendimiento de algunos jugadores fue superlativo, callando diversas bocas en el país (Alguno me habrá hecho tragarme mis palabras). Cesar Farías, trabajó muy bien (En Dallas se revitalizo a este equipo), no solo en estos meses, sino desde que asumió el cargo como D.t de la selección. Un romanticismo nacional, emergió para con la selección, todo el país se unió, y siguió con emoción las andanzas de este equipo… todo fue, y es, porque esto aún no acaba, un éxtasis afrodisiaco total, solo se habla de fútbol en unas calles venezolanas, totalmente teñidas de Vinotinto (Creo que ni en la última Copa, celebrada en suelo patrio, vi tantas franelas nacionales en la calle). Pero el punto es que en este país no se juega fútbol cada 4años, o cuando se disputa algún cotejo pre-mundialista, aquí se juega fútbol domingo tras domingo, casi todo el año. Lo digo con dolor, pero es injusto subirse al tren a mitad de camino y después bajarse, es muy fácil apoyar en la victoria y celebrar los triunfos, más sencillo incluso rechazar en la derrota, como dijo alguna vez Bianchi: “El periodismo siempre está invicto” en este país la fanaticada también.
                No creo en la suerte ni en las casualidades. Solo entiendo de las causalidades. Lo dijo un de las mentas más brillantes de todos los tiempos, Albert Einstein: “El azar no existe. Dios no juega a los dados”. Por eso quiero comprender, que cuando le bien anularon el gol a Vizcarrondo, por el offside de Salomón, en realidad, este último cayó en posición ilegitima gracias a todos y cada uno de los mediocres dirigentes que hay en este país. Cuando el libre directo que disparó Arango se estrelló en el larguero, y como sucede pocas veces en el fútbol, pico y salió, fue porque reboto en una barrera invisible, conformada por todos aquellos “hinchas” que se subieron al autobús a mitad de camino, y que ahora deben mantenerse en el mismo si queremos seguir celebrando triunfos… Es que cuando el shut de Maldonado, pega en Miku y luego en el palo, choco realmente contra toda la desorganización del fútbol venezolano, contra toda la desidia que se manifiesta en los encargados de mover las categorías juveniles del país. El porqué de que se le acabaran las piernas a Cichero tras una jugada Maradoniana, tras lanzarse un autopase en el minuto 115 (Proeza humana), está reflejado en la falta de infraestructura que acosa Venezuela. Porque Lucena falló el penalti debido a querer llevar en sus humildes hombros (Junto al resto de la selección), el peso y la responsabilidad de cambiar la realidad futbolera de Venezuela, con un resultado más que histórico, pero es que para evolucionar realmente, hace falta mucho más que el aporte de estos héroes nacionales… Vamos, que la trifulca del final, tan solo fue la conjunción de los elementos que nos faltan por mejorar (Independientemente de si existió, o no, provocación paraguaya).
        Todos ahora dicen sentirse orgullosos de ser venezolanos, de nuestra Vinotinto, de nuestro balompié. ¿Es que acaso tú solo quieres a un hijo cuando este alcanza el éxito? ¡Ah! ¿Es que antes no sentían orgullo?... Esto es nuestro, y hay que quererlo en las buenas y en las malas. Quiero ver ese orgullo reflejado con estadios de primer nivel, llenos domingo tras domingo, sin violencia, con categorías juveniles bien trabajadas, con dirigentes laborando con sentido y coherencia a largo plazo, con múltiples centros de alto rendimiento regados por toda nuestra geografía, con una prensa en constante evolución de conceptos deportivos, con un crecimiento real de nuestro fútbol. A lo mejor así, la próxima vez que nos toque jugar contra “Paraguay”, los postes entren, y a “Justo Villar”, no le toque hacer “Justicia”, para evitar premiar la mezquindad y la desidia. Gracias muchachos, gracias Vinotinto, gracias Farías, y perdonen… porque para estar en la final, fallamos nosotros, sí, es que nosotros también debemos crecer.
Lisbm. Lizandro Samuel

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