Los Próceres

•           Le pego mejor a los tiros libres, que Cristiano Ronaldo…

Suena a soberbia, pero esa frase retumbó en los medios nacionales hace unos meses, bajo la firma del taciturno Juan Arango. Sí, taciturno, así lo calificaron en su pasado, más aún cuando los vientos nuevos de nombre Cesar Farías, arribaron a costa venezolana para guiar el barco de la selección, trayendo como novedad, el peso de un brazalete que firmaba carta matrimonial con el oriundo de Maracay, con Juan Fernando Arango.

La edad, la experiencia, el cambio de país (De España a Alemania), la cinta de capitán y el simple hecho del paso del tiempo, lo hicieron cambiar su cabello. De un volante zurdo habilidoso, a un enganche genial; de un callado tartamudo, a un dador de ordenes; sin embargo, porque la genética es así y hay cosas que parecen no discutirse, si algo ha seguido igual, o quizás mejor, es la finura, potencia y calidad que se retrata en su pierna izquierda…

Corría el minuto 24 de partido, durante aquel lluvioso 16 de octubre del 2012. El último partido frente a Paraguay, tenía a la gente, nuevamente enchufada, mientras que el volver a ver mareas Vinotintos en las calles, era un canto de alegría en honor a la unión que tanto había escaseado días antes, en el ritual de mojar el dedo en tinta morada.

En la Capital llovía desde temprano y la hora del partido era un suplicio para los horarios de trabajo de las urbes venezolanas. 5:30pm pitazo inicial, colas y mucha agua; pese a esto, los puntos de encuentro con pantallas gigantes recibían a unos cuantos fieles, o resignados a no llegar a tiempo a su hogar.

Serían alrededor de las 5:54pm: En la Plaza Alfredo Sadel, se sienten un par de segundos de silencio tras el idilio del balón con la red. Hay incredulidad. Las personas se ven a la cara y no es hasta el grito de gol del narrador, cuando todos caen en cuenta en que el gol de PlayStation se ha consumado; sí, sí, nadie sabía cómo, pero era gol de Juan Arango.

Desde su banda izquierda, enfilado en diagonal a la portería rival, activa el control remoto de su zurda y tras el beso de su botín a  la pelota, le deja plasmado un chip, que sirve de guía para enviar a la esférica al ángulo superior derecho de la valla defendida por el golero ecuatoriano.

•           Arango, es un fenómeno.

Decía, minutos más tarde, Reinaldo Rueda, técnico de Ecuador, a su vez que en la sala de prensa, rememoraban los numerosos disparos que sobaron el poste o le dejaron grandes fotos, para el recuerdo, al arquero visitante.

La Plaza Alfredo Sadel, se vaciaría rápidamente tras los tres pitazos, pues la lluvia seguía menguando ánimos, y el empate a 1, dejaba aromas a indiferencia, como un polvo a punto de lograrse pero al final nunca consumado. Entonces, una llamada a un importante arquitecto del país, llevaba implícita la orden de instalar el Los Próceres (Caracas) una nueva estatua, que hiciese homenaje a alguien que si bien no había peleado en la Guerra de la Independencia, y cuya figura estaba muy lejos de representar tonos bélicos, su sola presencia, traducida en grandes acciones, llevaba a unir a un país, sin requerir de amplios discursos o de degollar el cielo el balas. Pero la estatua no podía ser de su cuerpo entero… ¿para qué?, sólo de su pierna izquierda, esa que por sí sola bien ha sabido representar, en varias ocasiones, el sueño de toda una nación.

Lisbm. Lizandro Samuel.

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