Lo
único constante en la vida es el cambio, y por cómo van las cosas hasta esta
afirmación está supeditada ante su propia ley, ironías aparte.
La
evolución, o el cambio, nos han llevado a experimentar diversas variaciones en
los paradigmas y concepciones del juego actual. Dicen que el fútbol es otro. No
tengo demasiados años, en comparación a los más veteranos, para emitir una profunda
voz de experiencia, sin embargo me ha bastado con ver videos antiguos, para
comprobar esta realidad.
Me
cuentan, leo, escucho, que antes los laterales no se proyectaban, eran
defensores estáticos… Un libro de gruesa portada, me explicaba que el “10”
antiguo no corría, no marcaba, que antes habían jugadores que sin una base
técnica llegaban a la elite del fútbol mundial a base de otras cualidades que
les podían llegar a ser útiles y suficientes. Sé que cuando empecé a ver fútbol
siempre se hablaba de “equilibrio” y “balance”, ahora especialistas como Marti
Perarnau, ponen en tela de juicio esa afirmación. Pep revoluciona conceptos,
Mou genera debates, y con suspenso veo desaparecer, no, perdónenme, esa no es
la palabra, veo disminuir el uso del “9” clásico, ante un concepto de modistas,
“el nueve y medio” (A mí me gusta llamarlo el “19”, 10+9).
Sin embargo, se me antoja tratar una evolución
(Para mí lo es), en una de las posiciones más delicadas, esenciales y bonitas
que tiene este deporte: Ese que suele ser alto y fornido, que al menos en mi
país desde chamo le enseñan a gritar: “¡¡¡Salimos!!!” así como “¡¡¡Volvemos!!!”
según convenga. Madera de líder los forma, expertos en comunicación, afamados
por ser guerreros… así son (O somos) Los marcadores centrales.
Históricamente
se ha crucificado a la posición como el que menos técnica tiene, junto al “5”
clásico, claro que este se ha sabido sacudirse esa reputación de “áspero”,
antes que el defensa. Y revienta, revienta, despeja, despaja, has volar la
blanquinegra por el espumoso cielo, que
se escuche un “pum”; o pasa el jugador o la pelota, pero ambos juntos jamás.
Todas estas leyes pasan en la actualidad, no ha segundo ni a último, sino a un
plano bien guardado bajo llave en los lugares más recónditos de los sabios
eruditos del deporte.
El
fútbol empieza a gestarse en zona1, por ende es básica la salida de balón que
un central pueda darle a su equipo, de él o ellos, depende la prolijidad en la
elaboración de la jugada, son el segundo paso, luego de que el portero decide
salir jugando por el piso en vez de “regalar” la posesión con un despeje largo.
La
defensa siempre ha sido considerada la estructura sobre la que se construye
cualquier equipo, está claro, con una buena retaguardia los ofensivos pueden
dedicarse con mayor tranquilidad a sus deberes. Aunque en el juego actual todo
es relativo, un bloque corto defiende con los delanteros. Si se decide
presionar en zona3 (zona 1 rival) los volantes terminan siendo “laterales”
entorpeciendo la salida por las bandas del contrario. Así, en la selección, por
ejemplo, la primera línea defensiva la ejercen Arango y Maestrico, mientras que
los que van libremente a recuperar y corretear serían los dos puntas.
El
fútbol se construye en bloques, el primer atacante es el portero, dependiendo
de la profundidad del equipo, o el central (Más comúnmente), y el primer
defensor en el delantero. Esto se escucha con frecuencia, pero es complejo de
comprender e internalizar, así como de entrenar. Todo se fundamenta en un
pasaje colectivo con el equipo corto.
Actualmente
un central que no pueda salir jugando (más allá del típico toque horizontal con
el lateral o el otro central), tomar la lanza y guiar los flancos de batalla,
se ve en clara desventaja. Obviamente es un pecado capital, cuando resulta ser
un jugador abusivo y violento con la pelota. Maltrato doméstico, el balón no se
puede despejar tanto sin sentido, y no es una cuestión del gusto cromático de
los ojos, de estética, el 80% de balones despejados caen al rival, ósea que el
futbolista que abuse de dicho recurso ocasional, acaba convirtiéndose en el
iniciador de jugadas, o en el recuperador, para el equipo contrario.
Ejemplo
de la posición es Gerard Pique. Un central muy técnico y eje calve en el juego
de posesión del Barcelona. Claro no todos pueden tener el talento de un jugador
que a pesar de tener fuertes deficiencias de velocidad para este deporte (En
nuestro país mucho lo hubiesen juzgado), ha sabido suplirlas con una técnica
depurada e inteligencia sobrada.
Y
caemos en la recurrencia de un tema tratado con anterioridad, la formación,
hasta cierto punto en Venezuela seguimos (Cada vez menos) formando centrales
dejándoles de lado la prioridad que ejerciesen en la posesión y salida. Por muy
técnicos que puedan ser, los hacen dejar en un segundo plano esta
característica, inyectándoles una fuerte alma guerrera. ¡Hey! No me juzguen. No
estoy en desacuerdo con esa última idiosincrasia, solo pienso que deben convivir
ambos estilos.
José
Manuel Velazquez, destaco en el Sudamericano por su depurado juego. Willian
Díaz, Lucena cuando le toca hacerlo, son de los pocos ejemplos de esta clase de
jugadores, en nuestro país.
Atentos,
que el balón largo no debe confundirse siempre con el despeje, resulta un
recurso útil, en equipos largos, o estando un poco presionado en zona1. Debe
ser un pase por el aire, con dirección, sentido y en diagonal. Rafa Márquez es
un referente internacional en esa faceta. El gran José Manuel Rey, resulta ser
un gran lanzador. Ojo, todo exceso se convierte en vicio, siendo fácilmente
contrarrestado por el rival.
Para
música, bailarines, para colores, pintores, para el tacto, sensibles. Los
estilos son eso, estilos; cada jugador es diferente con sus virtudes y
defectos, resultando más, o menos útil, para la función o idea, que el maestro
de ceremonias, el Dt, tenga planteada para él. La cuestión es la diferencia
entre lo que pueden aportar al equipo un jugador más completo y dominador de
diversas facetas. Muchas veces nos confundimos, no todo pasa por lo atlético
del jugador, el 80% tiene que ver con lo conceptual. Y si se tiene talento y
las cualidades físicas, se puede hacer un magno jugador (Puyol, por ejemplo,
sin ser un especialista con la pelota, es seguro e inteligente con la misma).
La experiencia dicta, que cuando se está al tope de condiciones físicas
(Entiéndase sin cansancio, lesión, o ítem recurrente y desgastante) la
inteligencia es la que se sobrepone. Evolución.
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