sábado, 17 de septiembre de 2011

La redonda voladora.


                
Vuela vuela pelotica, vuela. Elévate por los cielos, atraviesa las esponjosas nubes, piérdete en el azul de la aurora. Vuela pelotica, que esa es la norma.
                
¿Y por qué? ¿Alguien sabe por qué? Me cuesta entender el paradigma actual. ¿Por qué se dará esa regla ya tan cultural?... ¿Por qué le cuesta tanto a un equipo nacional, hacer rodar la pelota por la verde grama? ¿Por qué se resisten a esa sensación tan agradable de jugar con la esférica, de tocarla, pasarla, “tenerla poco y tocarla mucho”?… ¿Por qué?
                
El torneo pasado nos maravillamos con los blanquinegros, los diarios y las tribunas idolatraban a un nombre sensación: “Chiqui” Meza, el símbolo de un Zamora que deleito a todos los entendidos del fútbol venezolano.
                
El asunto no pasa por lo contracultural de aquella propuesta del “Chuy”, sino por lo “alienígena” que se vislumbraba esa manera de jugar en este país. Ni siquiera los clubes grandes, con presupuestos amplios, “proyectos largos” o entrenadores estables, se animan a practicar un estilo, que no cae en la banalidad de ser “bonito” o “estético”, esas son tonterías y mentiras universales, es un estilo que trata de inclinar las probabilidades, en un deporte, que como recién dijo algún entrenador mediático: “Es una caja de pandora”
                
Viendo el partido de Trujillanos en Sudamericana me reavivó el asunto. Achicaban bien, tenían dinamismo al perder la pelota; cuando recuperaban la misma, eran piedras, esbeltas estatuas dubitativas, ignorantes de decisiones a tomar, sin opciones, sin panorama en una sábana verdosa que se antojaba demasiado larga al momento de tratar de llegar al arco rival.
                
Un técnico muy respetado en este país, a mi parecer de los mejores, comentó alguna vez que el asunto pasaba por no tener los jugadores adecuados para efectuar esa clase de estilos. ¿Entonces el problema viene de las inferiores? Eso es más que seguro, y concuerdo en su totalidad con Eduardo Saragó.
                
El actual líder del torneo, el Lara, por muy “solido” que sea, por muy rápido que se repliegue y contraataque, y por mucho que aproveche los hueco rivales, me deja a desear. Juega mucho con las probabilidades, revientan demasiados balones, con una plantilla que seguramente tiene calidad de sobra para ensayar otra propuesta.
                
Esto ya es un problema, discúlpenme si son hipérboles mis palabras. Es que hasta los periodistas aplauden las propuestas sin sentido. Se escucha un “pumm” una y otra vez, la pelota volvió a caer en los pies del contrario, este la devuelve ¿Estamos jugando tenis? Y todo empeora cuando ni siquiera existe coordinación defensiva al menos para contener en zona 2. Resulta que si la moneda lanzada depara la victoria, comunicadores algunos, tildarán al vencedor de “inteligente”, expresarán que “le falto tenencia, no fue brillante, pero sí sólido y ordenando”; ah, pero si pierde fue porque “no supieron tener la pelota”.
                
Horrible. Obvio, tanto maltrato todo lo dificulta. El color verde es opacado por el marrón y quizás el gris. No hay nada liso, todo es de un desnivel espantoso. Los maltrechos terrenos de juego atentan contra la integridad de tácticas coherentes.
                
Las voces de los sabios seguro que esto lo explican mejor, afirmaciones ciertas dictan que todas las propuesta son válidas y nadie tiene la verdad absoluta, voces sinceras a escuchar. Pero si vuelvo al caso de Trujillanos, me gustaría saber cómo, aún sin la pelota y con el marcador en contra, pensaban remontar al ni siquiera presionar en zona3 ¡Hasta en eso nos acobardamos!
                
Y vuelvo a argumentos anteriores. Mucho pasa por lo deficiente que resulta lo más importante en toda estructura. Por el desgano a trabajar y prepararse con conciencia. Mucho pasa por la formación, ¿Sino llegan a primera centrales que puedan sacar la pelota jugando, como no ver partidos tan aburridos? Es que en más de una escuela, se les ve puteando a los chamos por no despejar, por querer salir jugando, o por ser “muy pocos directos”.
                
Grave atentado. Un recurso ocasional acaba siendo una norma, una propuesta, ilógica, sin ciencia ni creatividad. Es que balonazos tras balonazos, y encomendarse a un buen velocista o regateador, no es inteligente, ¡Es lanzar una moneda!, es creer en la suerte.
                
El primer partido del Anzoátegui en la Sudamericana, tras su victoria, se le tildo de “ordenado” e “inteligente”. ¡Si les llegaron un montón veces! Si Flores y Di Giorgi entregaban mal el doble de pelotas que recuperaron. Si se ahogaban en tratar de dar más de tres pases seguidos. Aún tengo pesadillas con ese partido. Mis pupilas se contraían, mis oídos se aburrían, bostezaba y me castigue horriblemente al verlo completo. Pésimo nivel de ambos conjuntos.
                
¿Pero de qué propuesta estoy hablando? Nada muy filosófico, no espero ver Bielsistas en mi país, ni mucho menos imitaciones del Barcelona. Cada equipo es diferente y debe afianzarse a sus armas, es cosa de que todo tenga un orden e identidad. Más del 80% de balones que un portero saca largo, en el saque de meta, la caen al contrario ¿Entonces cuál es la gracia? Solo quiero ver centrales que toquen por el piso, equipos que sepan bascular, que toquen más de lo que trasladan, que solo cuando sientan el frio del cuchillo sobre su garganta, se animen a despejar. Estoy harto de ver en nuestro balompié, conjuntos que realmente juegan a lo “que les salga”, con una principal ley, que en inferiores más de uno habrá escuchado, “Lejos del arco y después, en lo que exista el chance, chute”.
                
Todo contribuye. Desde los “potreros” sobre los que se juega, pasando por la desprolija formación de futbolistas, llegando al clímax en los pocos preparados entrenadores, y algunos sistemas de entrenamiento que se niegan a evolucionar.
                
Puede que haya algo más, un ingrediente desconocido para este autor, algo que estoy dejando pasar por alto, dado que hasta equipos dirigidos por “El Chita” y Saragó, ahondan en elevar el balón.
                 
Y fuera las blasfemias. ¡Qué no me vengan con ruidos que dicten en su discurso frases como “inteligencia”, “solidez”, “jugar bien”, “jugar feo”, “jugar bonito”, y sin fin de abstracciones, que solo denotan una mentira universal para negarse a entender el juego; así que seré concreto, yo solo sueño con ver, dinamismo con y sin pelota, y balón a ras de piso. ¿Es mucho pedir?
Lisbm. Lizandro Samuel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario