Vuela
vuela pelotica, vuela. Elévate por los cielos, atraviesa las esponjosas nubes,
piérdete en el azul de la aurora. Vuela pelotica, que esa es la norma.
¿Y
por qué? ¿Alguien sabe por qué? Me cuesta entender el paradigma actual. ¿Por
qué se dará esa regla ya tan cultural?... ¿Por qué le cuesta tanto a un equipo
nacional, hacer rodar la pelota por la verde grama? ¿Por qué se resisten a esa
sensación tan agradable de jugar con la esférica, de tocarla, pasarla, “tenerla
poco y tocarla mucho”?… ¿Por qué?
El
torneo pasado nos maravillamos con los blanquinegros, los diarios y las
tribunas idolatraban a un nombre sensación: “Chiqui” Meza, el símbolo de un
Zamora que deleito a todos los entendidos del fútbol venezolano.
El
asunto no pasa por lo contracultural de aquella propuesta del “Chuy”, sino por
lo “alienígena” que se vislumbraba esa manera de jugar en este país. Ni
siquiera los clubes grandes, con presupuestos amplios, “proyectos largos” o
entrenadores estables, se animan a practicar un estilo, que no cae en la
banalidad de ser “bonito” o “estético”, esas son tonterías y mentiras
universales, es un estilo que trata de inclinar las probabilidades, en un
deporte, que como recién dijo algún entrenador mediático: “Es una caja de
pandora”
Viendo
el partido de Trujillanos en Sudamericana me reavivó el asunto. Achicaban bien,
tenían dinamismo al perder la pelota; cuando recuperaban la misma, eran
piedras, esbeltas estatuas dubitativas, ignorantes de decisiones a tomar, sin
opciones, sin panorama en una sábana verdosa que se antojaba demasiado larga al
momento de tratar de llegar al arco rival.
Un
técnico muy respetado en este país, a mi parecer de los mejores, comentó alguna
vez que el asunto pasaba por no tener los jugadores adecuados para efectuar esa
clase de estilos. ¿Entonces el problema viene de las inferiores? Eso es más que
seguro, y concuerdo en su totalidad con Eduardo Saragó.
El
actual líder del torneo, el Lara, por muy “solido” que sea, por muy rápido que
se repliegue y contraataque, y por mucho que aproveche los hueco rivales, me
deja a desear. Juega mucho con las probabilidades, revientan demasiados
balones, con una plantilla que seguramente tiene calidad de sobra para ensayar
otra propuesta.
Esto
ya es un problema, discúlpenme si son hipérboles mis palabras. Es que hasta los
periodistas aplauden las propuestas sin sentido. Se escucha un “pumm” una y
otra vez, la pelota volvió a caer en los pies del contrario, este la devuelve ¿Estamos
jugando tenis? Y todo empeora cuando ni siquiera existe coordinación defensiva
al menos para contener en zona 2. Resulta que si la moneda lanzada depara la
victoria, comunicadores algunos, tildarán al vencedor de “inteligente”,
expresarán que “le falto tenencia, no fue brillante, pero sí sólido y
ordenando”; ah, pero si pierde fue porque “no supieron tener la pelota”.
Horrible.
Obvio, tanto maltrato todo lo dificulta. El color verde es opacado por el
marrón y quizás el gris. No hay nada liso, todo es de un desnivel espantoso.
Los maltrechos terrenos de juego atentan contra la integridad de tácticas
coherentes.
Las
voces de los sabios seguro que esto lo explican mejor, afirmaciones ciertas
dictan que todas las propuesta son válidas y nadie tiene la verdad absoluta,
voces sinceras a escuchar. Pero si vuelvo al caso de Trujillanos, me gustaría
saber cómo, aún sin la pelota y con el marcador en contra, pensaban remontar al
ni siquiera presionar en zona3 ¡Hasta en eso nos acobardamos!
Y
vuelvo a argumentos anteriores. Mucho pasa por lo deficiente que resulta lo más
importante en toda estructura. Por el desgano a trabajar y prepararse con
conciencia. Mucho pasa por la formación, ¿Sino llegan a primera centrales que
puedan sacar la pelota jugando, como no ver partidos tan aburridos? Es que en
más de una escuela, se les ve puteando a los chamos por no despejar, por querer
salir jugando, o por ser “muy pocos directos”.
Grave
atentado. Un recurso ocasional acaba siendo una norma, una propuesta, ilógica,
sin ciencia ni creatividad. Es que balonazos tras balonazos, y encomendarse a
un buen velocista o regateador, no es inteligente, ¡Es lanzar una moneda!, es
creer en la suerte.
El
primer partido del Anzoátegui en la Sudamericana, tras su victoria, se le tildo
de “ordenado” e “inteligente”. ¡Si les llegaron un montón veces! Si Flores y Di
Giorgi entregaban mal el doble de pelotas que recuperaron. Si se ahogaban en
tratar de dar más de tres pases seguidos. Aún tengo pesadillas con ese partido.
Mis pupilas se contraían, mis oídos se aburrían, bostezaba y me castigue
horriblemente al verlo completo. Pésimo nivel de ambos conjuntos.
¿Pero
de qué propuesta estoy hablando? Nada muy filosófico, no espero ver Bielsistas
en mi país, ni mucho menos imitaciones del Barcelona. Cada equipo es diferente y
debe afianzarse a sus armas, es cosa de que todo tenga un orden e identidad.
Más del 80% de balones que un portero saca largo, en el saque de meta, la caen
al contrario ¿Entonces cuál es la gracia? Solo quiero ver centrales que toquen
por el piso, equipos que sepan bascular, que toquen más de lo que trasladan,
que solo cuando sientan el frio del cuchillo sobre su garganta, se animen a
despejar. Estoy harto de ver en nuestro balompié, conjuntos que realmente
juegan a lo “que les salga”, con una principal ley, que en inferiores más de
uno habrá escuchado, “Lejos del arco y después, en lo que exista el chance,
chute”.
Todo
contribuye. Desde los “potreros” sobre los que se juega, pasando por la
desprolija formación de futbolistas, llegando al clímax en los pocos preparados
entrenadores, y algunos sistemas de entrenamiento que se niegan a evolucionar.
Puede
que haya algo más, un ingrediente desconocido para este autor, algo que estoy
dejando pasar por alto, dado que hasta equipos dirigidos por “El Chita” y Saragó,
ahondan en elevar el balón.
Y fuera las blasfemias. ¡Qué no me vengan con
ruidos que dicten en su discurso frases como “inteligencia”, “solidez”, “jugar
bien”, “jugar feo”, “jugar bonito”, y sin fin de abstracciones, que solo
denotan una mentira universal para negarse a entender el juego; así que seré
concreto, yo solo sueño con ver, dinamismo con y sin pelota, y balón a ras de
piso. ¿Es mucho pedir?
Lisbm. Lizandro Samuel.
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