domingo, 11 de septiembre de 2011

El río vicioso.

La caída de agua es un ruido mayormente relajante. Mientras más cerca estés de la cascada más fuerte y profundo es el sonido, más fría es el agua, con mayor potencia cae la misma. Viaja el río por un sinfín de obstáculos, con agua clara de inicio, cristalina y brillante, transparente, limpia y pura. Quizás en el camino se ensucie un poco, o demasiado, ¿Quién sabe? Todo depende por donde pase.

Baja obstáculos, choca con firmes piedras, duras, un poco babosas, algunas adornadas por el verdoso musgo… Y se escucha, se escucha con variaciones de tonalidades, es el agua recorriendo su camino, chocando, acompañando el canto de algún pajarito. Ese es su trayecto, casi siempre relajante; hoy me sirve de eufemismo, para tratar lo estresante.


De la misma forma como nace una cascada, leí un tweet al termino del Venezuela 0-1 Argentina. No le di gran importancia, una opinión, ignoro que pretendía expresar, nunca lo sabré a menos que le pregunte a su autor, después de todo resulta biológicamente imposible leer la mente de las personas, ni siquiera desde el lenguaje gestual se puede conocer a ciencia cierta lo que él otro piensa.
                
Con la misma sutileza con la que el río empieza su larga andadura, empezó a regarse el comentario en twiitter… “¡Hey! Nos estamos desviando del análisis del partido” pensé.

¿Quién podría imaginar que en esta sociedad tan consumista de abstracciones, irrealidades, tan sensacionalista y exitista podría llegar a causar tanto eco un comentario? (?) “Cichero cambiando de camiseta con Messi… sin comentarios” Made in Carolina Padrón…

¿Y? pensé al momento, H2O aún era cristalino, el ruido aún no ensordecedor. ¡Y plas! Empezó el choque con las babosas piedras, empezaron a cantar los pajaritos. “¿Y cuál es el problema…?” “¿No le veo lo malo…?” Bla bla bla, x, x, x… Sin fin de comentarios en contra de un tweet que a día de hoy no ha tenido gran ilustración.

Lo advirtió Ignacio Benedetti, vía twitter “No caigan en comentar sobre un intercambio de camisetas, eso contribuye a la ignorancia” (No recuerdo la exactitud de palabras). En horas, lo comentado por la reconocida periodista, era TT.

¡Listo! Desemboco el río en el mar. El agua dulce se mezcló con la salada. Ahora el ruido era de embarcaciones contaminantes. Dejaron caer desechos tóxicos. Olor desagradable. El ahora ruido de las olas, se volvía sonoro, destructor, opioso. El propio Gabriel Cichero contesto el Tweet.

“Tu comentario es de ignorante si quieres opinar, opina sobre la selección no sobre lo que yo hago con mi camiseta” “Yo doy el máximo y sudo mi camiseta como tengo que hacerlo, no hablo ni comento solo doy la vida por ella, RESPETA y APRENDE” “Yo no opino sobre lo que haces en tu trabajo, te respeto y admiro lo que has logrado.. espero el mismo trato de tu parte!!!”

¿Alguien sabe que quiso decir Carolina (Y si me llegas a leer disculpa que te tuteé) con su comentario?... Volvemos a ser niños, retornamos a la infancia, solo que ahora no con inocencia sino viciados por la grismente humeante pipa amarillista. ¡Díganme que saldrá en la lotería mañana!

Genera un placer inmenso para nuestra especie el dárnosla de superhéroes. Reencarnamos en el personaje de un colorido o sombrío comic, creyendo escuchar con asombrosa claridad las palabras de los pensamientos ajenos. Desafiamos a la biología y a la ciencia comprobada. Cuesta preguntar, asumimos y generamos algo de donde a lo mejor no hay nada.

A todas estas, mientras el oscurecido oleaje del agua se escuchaba ya en otros confines del planeta recónditos al interés de sus civilizados, llegué a leer cada vez menos comentarios sobre un partido, que seguramente dejó mucho más para el análisis que a dos futbolistas intercambiando camisetas, o a alguien comentando el asunto.

En esta sociedad cada vez llegamos al tope de nuestra adicción. Un leve inicio con el amargo alcohol, llevó a probar la marihuana… cerca estamos de la heroína informativa.

Ávidos, encantados de destruir sus cada vez más escasas distinciones; de esconder y quemar sus cada vez más deshechas neuronas. Un creciente grupo de individuos toman lo primero que les da el mercado. Periodistas y hasta protagonistas, llegan comúnmente a lo que se denomina “vender humo”. Venden abstracciones.

Se dificulta cada vez más escuchar hablar de fútbol. El tema es que cual adictos, ya gran parte de individuos esperan cualquier olor o visualización de estupefactos para empezar a consumir, o peor aún, a traficar. Obtienen materia prima de personajes que dominan este deporte más por lo hacen fuera del campo, que lo que hacen dentro del mismo.

Loritos de diversos colores. Voz escandalosa y atorrante. No saben comunicarse con humanos, solo repiten. Palabras de cualquier comentarista medianamente reconocido, son reproducidas y asumidas como verdad por sus adeptos. Lo he dicho antes: Lástima que haya tantos que vendan tantas abstracciones.

Y todo se agranda, cuando el 90% de la población experimenta deficiencias elementales para comunicarse. La mujer pelea con su jefa en el trabajo, no le da chance de cocinar la cena prometida, mal humor evidente. El esposo, perdió su billetera, lo amenazaron con despedirlo, se fue a las manos con su mejor amigo. Disgusto. No se hablan en la cena. La mujer cree que se debe a que ella no cocino lo acordado, termina asumiendo que su marido es insensible ¿Cómo no la va a comprender?, es un machista estúpido, ¿A caso solo importa lo que él pueda comer? El esposo, despistado, hace memoria; encuentra respuesta, hace meses que no le compra las amarillas flores que le encantan a su conyugue. Ese es el motivo. ¡Avara! ¡Irracional!, si está pasando un duro revés económico, ¡A las mujeres solo le importa el dinero!... Resultado final: Divorcio.

¿Por qué asumimos intenciones, motivos, causas o emociones? ¿Por se habla cada vez menos de fútbol y se discute que si Messi canta el himno? Llegan puntos en que la calidad del jugador es su imagen de mercadotecnia. Se descarga la ira vivenciada internamente, en un deporte, que es tan solo un juego. Se odian personajes que no conocen, cuando lo que realmente no comparten es sus cualidades futbolísticas. Se pega, como si el jugador no tuviese familia. Se invaden espacios y se trasladan todas las penas sociales al fútbol, a un deporte que se ahoga cada vez más en un mar de vicios ajenos a lo deportivo. Lo he pedido antes: hablemos de fútbol. He llegado a entender cada vez más la frase de Xavi Hernández: “Históricamente a muchos les gusta el fútbol, pero pocos lo entienden”. No es tema de que todos sean especialistas, es cosa de abolir las ganas de joder.
Lisbm. Lizandro Samuel. 

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