martes, 16 de julio de 2013

Los profesionales del mañana


Un millón de veces se repite que “un jugador como Messi nace cada cien años” o bien “una generación como la de España es muy difícil de repetir”; y, ciertamente, el azar juega su parte en la genética, pero el norte, en el fútbol base, no debe ser Iniesta, Messi o Arango, debe ser formar jugadores con la mayor cantidad de recursos posibles para ser profesionales.

En Venezuela, pese a los avances de los últimos años, se sigue descuidando la formación; asusta ver como se obliga a niños de entre 8 y 12 años a trotar alrededor del campo por espacio promedio de veinte minutos; así mismo, es común, en algunas escuelas, las sesiones netamente físicas en jugadores menores de 14 años.

El futbolista crece y se desarrolla mediante su interacción con el balón, por lo cual, incluso a nivel profesional, el mismo debe ser el protagonista de cada entrenamiento. No hay fútbol sin pelota. No debe haber entreno sin balón y mucho menos en fútbol infantil.

Aunado a todo esto, el hacinamiento es un problema recurrente: treinta jugadores para un entrenador, dos horas de trabajo. Si bien es cierto que en esos casos es preferible dedicar una hora a quince jugadores, los dueños de escuela suelen tener otra opinión, lo cual desemboca en que en el entrenamiento, realmente, no se entrene.
                
Pero el tema del espacio va más allá: si al momento de entrenar acostumbra ser muy reducido, cuando de jugar se trata suele ser muy amplio. El fútbol venezolano en general, federado o no federado, debería empezar a promover la práctica del fútbol 7 en niños construyendo canchas aptas para dichas actividades.
                
Es imposible pedir que de cada escuela salga un José Manuel Rey, Juan Arango o Edgar Jiménez, pero eso no debe ser excusa para el trabajo arcaico y lleno de desidia.

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